viernes, 4 de noviembre de 2016
viernes, 9 de septiembre de 2016
martes, 2 de agosto de 2016
Unidad: Filosofía de la ciencia. (Selección de Fritjof Capra. "El punto crucial".
LA MÁQUINA NEWTONIANA
DEL MUNDO
Las teorías
esenciales de la visión del mundo y el sistema de valores que están en la base
de nuestra cultura y que hoy tenemos que reexaminar atentamente se formularon
en los siglos XVI y XVII. Entre 1500 y 1700 se produjo un cambio radical en la
mentalidad de las personas y en la idea que éstas tenían acerca de las cosas.
La nueva mentalidad y la nueva percepción del mundo dieron a nuestra civilización
occidental los rasgos que caracterizan la era moderna y se convirtieron en las
bases del paradigma que ha dominado nuestra cultura durante los últimos
trescientos años y que ahora está a punto de cambiar.
Antes del
1500, en Europa —y en la mayoría de las demás civilizaciones— predominaba una
visión orgánica del mundo. Las personas vivían en pequeñas comunidades
solidarias y sentían la naturaleza en términos de relaciones orgánicas cuyos
rasgos característicos eran la interdependencia de los fenómenos materiales y
espirituales y la subordinación de las necesidades individuales a las comunitarias.
La estructura científica de esta visión orgánica del mundo se basaba en dos
fuentes históricas de importancia reconocida: Aristóteles y la Biblia. En el
siglo XIII santo Tomás de Aquino conjugó la doctrina aristotélica de la
naturaleza con la ética y la teología del Cristianismo, estableciendo una
estructura conceptual que no fue cuestionada nunca durante la Edad Media. La
naturaleza de la ciencia medieval era muy diferente a la de la ciencia
contemporánea. La primera se basaba al mismo tiempo en la razón y en la fe y
su meta principal era comprender el significado y la importancia de las cosas, no
predecirlas o controlarlas. En la Edad Media, los científicos que investigaban
el objetivo primario de los distintos fenómenos naturales daban la máxima
importancia a todo lo relacionado con Dios, con el alma humana y con la ética.
En los siglos XVI
y XVII los conceptos medievales sufrieron un cambio radical. La visión del
universo como algo orgánico, vivo y espiritual fue reemplazada por la
concepción de un mundo similar a una máquina; la máquina del mundo se volvió la
metáfora dominante de la era moderna. Esta evolución fue el resultado de varios
cambios revolucionarios en el campo de la física y de la astronomía que culminaron
en las teorías de Copérnico, Galileo y Newton. La ciencia del siglo XVII se
basaba en un nuevo método de investigación, defendido enérgicamente por
Francis Bacon, que incluía dos teorías: la descripción matemática de la
naturaleza y el método analítico de razonamiento concebido por el genio
cartesiano. Los historiadores dieron a este periodo el nombre de la era de la
Revolución Científica en reconocimiento al importante papel desempeñado por la
ciencia en la realización de estos cambios trascendentales.
La Revolución
Científica comienza con Nicolas Copérnico. Sus teorías invalidaron la visión
geocéntrica expuesta por Tolomeo y descrita en la Biblia; dicha visión había
sido el dogma aceptado durante más de mil años. A partir de este momento, el
mundo ya no fue considerado el centro del universo sino un planeta más que gira
en torno a una estrella menor situada al borde de la galaxia; como consecuencia
de ello; el hombre fue despojado de la orgullosa convicción de creerse la
figura central de la creación divina. Copérnico era plenamente consciente de
que la publicación de sus ideas ofendería de forma profunda la conciencia
religiosa de su época y por ello no quiso exponerlas hasta 1543, año de su
muerte, e incluso entonces presentó su visión heliocéntrica como una mera
hipótesis pragmática.
La herencia de
Copérnico fue recogida por Johannes Kepler. Este científico y místico trató de
encontrar la armonía de las esferas mediante un estudio minucioso de las
tablas astronómicas y logró formular sus famosas leyes empíricas sobre el movimiento
planetario, que confirmaron ulteriormente el sistema ideado por Copérnico. Pero
el verdadero cambio en la esfera científica no se produjo hasta que Galileo
Galilei, ya famoso por su descubrimiento de las leyes que rigen la caída de los
cuerpos, no comenzó a interesarse por la astronomía. Apuntando en dirección al
cielo el recién inventado telescopio y aplicando su extraordinario don de
observación a los fenómenos celestes, Galileo logró poner en duda la antigua
cosmología y afirmar la validez científica de la hipótesis concebida por Copérnico.
La parte
desempeñada por Galileo en la Revolución Científica va más allá de sus éxitos
en el campo de la astronomía, si bien éstos fueron los más célebres a causa del
enfrentamiento que tuvo con la Iglesia. Galileo fue el primero en utilizar la
experimentación científica junto con un lenguaje matemático para formular las
leyes naturales que descubrió y por ello se lo considera el padre de la
ciencia moderna. «La filosofía —afirmaba— está escrita en el gran libro que se
abre ante nosotros, pero para entenderlo tenemos que aprender el lenguaje y
descifrar los caracteres con los que está escrito. El lenguaje es la matemática
y los caracteres son los triángulos, los círculos y las demás figuras
geométricas»1. Estas dos facetas de la obra de Galileo —el enfoque
empírico y la descripción matemática de la naturaleza— supusieron un gran
adelanto para su época y se convirtieron en las características dominantes de
la ciencia del siglo XVII.
Hasta el día
de hoy se las utiliza como criterio para cualquier teoría científica.
Según Galileo,
para que fuese posible describir la naturaleza matemáticamente, los
científicos tenían que limitarse al estudio de las propiedades esenciales de
los cuerpos materiales —formas, números y movimiento— que pudiesen ser medidas
o contadas. Las restantes propiedades —el color, el sonido, el sabor o el olor—
eran consideradas simplemente una proyección mental subjetiva que debía ser
excluida del dominio de la ciencia2. La estrategia de Galileo
—dirigir el interés del científico a las propiedades cuantificables de la materia—
ha tenido gran éxito en la ciencia moderna pero, por otro lado, también le ha
infligido graves pérdidas, como nos recuerda el psiquiatra R.D. Laing:
«Desaparece la vista, el oído, el sabor, el tacto y el olfato y junto con ellos
se van también la estética y el sentido ético, los valores, la calidad y la
forma, esto es, todos los sentimientos, los motivos, el alma, la conciencia y
el espíritu. Las experiencias de esta índole han sido desterradas del reino
del discurso científico»3. Según Laing, la obsesión de los
científicos por las medidas y cantidades ha sido el factor determinante de los
cambios ocurridos durante los últimos cuatrocientos años.
Mientras, en
Italia Galileo ideaba sus ingeniosos experimentos, en Inglaterra Francis Bacon
exponía sus teorías sobre el método empírico. Bacon fue el primero en formular
una teoría clara del procedimiento inductivo que consiste en extraer una
conclusión de carácter general a partir de un experimento y luego confirmarla
con otros experimentos. Bacon defendió sus planteamientos enérgicamente y
llegó a tener una gran influencia en el pensamiento de su época; se enfrentó
con audacia a las escuelas filosóficas tradicionales y desarrolló una verdadera
pasión por la experimentación científica.
El «espíritu
baconiano» modificó profundamente los objetivos y la naturaleza de la
investigación científica. Desde la antigüedad, la ciencia había tenido como
meta el conocimiento, la comprensión del orden natural y la vida en armonía con
este orden. El hombre buscaba el conocimiento científico «para gloria de Dios»
o, en la civilización china, «para seguir el orden natural» y «confluir en la
corriente del Tao»4. Todos estos objetivos eran yin, o
integradores; hoy diríamos que los científicos de aquella época tenían una
postura básica ecológica. Pero en el siglo XVII esta actitud se transformó en
su polo opuesto, pasando del yin al yang, de la integración a la autoafirmación.
Con Bacon la ciencia comenzó a tener como fin un tipo de conocimiento que
permitiera dominar y controlar la naturaleza conocimientos que hoy se emplean
junto con la tecnología para lograr objetivos que son profundamente
antiecológicos.
Los términos
que Bacon utilizaba para defender su nuevo método empírico no sólo eran
apasionados sino que, a menudo, se podían tachar de atroces. En su opinión, la
naturaleza tenía que ser «acosada en sus vagabundeos», «sometida y obligada a
servir», «esclavizada»; había que «reprimirla con la fuerza» y la meta de un
científico era «torturarla hasta arrancarle sus secretos»5. Es
probable que muchas de estas imágenes le fueran inspiradas por los procesos de
brujería que se celebraban con frecuencia en su época. Como fiscal del Tribunal
Supremo durante el reinado de Jaime I, Bacon estaba muy familiarizado con estos
juicios y, por consiguiente, no es raro que utilizara las metáforas escuchadas
en la sala de tribunales para sus escritos científicos. De hecho, la
comparación de la naturaleza con una hembra a la que se había de torturar con
artilugios mecánicos para arrancarle sus secretos sugiere claramente que la
tortura a mujeres era una práctica muy difundida en los procesos por brujería
a comienzos del siglo XVI6. Por consiguiente, la obra de Bacon es un
ejemplo significativo de la influencia que la mentalidad patriarcal tuvo en el
desarrollo del pensamiento científico.
El antiguo
concepto de la tierra/madre se transformó radicalmente en la obra de Bacon y
desapareció por completo cuando la Revolución Científica reemplazó la visión
orgánica del mundo con la metáfora del mundo/máquina. Este cambio, que
llegaría a tener una importancia abrumadora en la evolución ulterior de la
civilización occidental, fue iniciado y completado por dos grandes figuras del
siglo XVII: René Descartes e Isaac Newton.
A Descartes se
lo suele considerar el fundador de la filosofía moderna. Brillante matemático,
sus ideas filosóficas fueron afectadas por la nueva física y la astronomía.
Descartes rechazó los conceptos tradicionales y se propuso crear un sistema de
pensamiento totalmente nuevo. Según Bertrand Russell: «Esto no había ocurrido
desde Aristóteles y es una señal de la seguridad que el hombre de nuestro
tiempo tiene en sí mismo; esta confianza es un resultado del progreso
científico. La novedad de los conceptos que (Descartes) plantea en su obra no
se halla en ningún otro filósofo eminente del pasado, salvo en Platón»7.
A la edad de
veintitrés años Descartes tuvo la visión reveladora que iba a determinar toda
su vida8. Después de meditar durante varias horas y examinar
sistemáticamente toda la sabiduría que había acumulado, le sobrevino una ráfaga
de inspiración y comprendió «las bases de una maravillosa ciencia» en la que se
fusionarían todos los conocimientos. En una carta que escribe a un amigo para
explicarle su ambiciosa meta, Descartes parece haber tenido un presagio de esta
intuición: «Y para no ocultarte nada sobre la naturaleza de mi obra, te diré
que me gustaría dar al público... una ciencia completamente nueva que
resolviese en términos generales todos los problemas de cantidad, sean éstos
continuos o discontinuos»9. En su visión, Descartes concibió la
manera de llevar a cabo su plan. Vio un método que le permitiría construir toda
una ciencia de la naturaleza de la que podía estar totalmente seguro; una
ciencia que, como la matemática se apoyaría en ciertos principios básicos
evidentes. Descartes quedó pasmado ante esta revelación. Sintió que acababa de
hacer el descubrimiento más importante de su vida y no le cupo la menor duda de
que la visión fuese una suerte de inspiración divina. A la noche siguiente tuvo
un sueño extraordinario durante el cual la visión se le presentó en forma
simbólica y esto contribuyó a reforzar la convicción de su origen divino.
Entonces Descartes se persuadió de que Dios le había encomendado una misión y
se propuso establecer una nueva filosofía científica.
En virtud de
esta visión, Descartes quedó firmemente convencido de la certeza de los
conocimientos científicos y se decía a sí mismo, que su vocación era distinguir
la verdad del error en todos los campos del estudio. «Toda la ciencia —escribió—
es sabiduría cierta evidente. Rechazamos todos los conocimientos que sólo son
probables y establecemos que no debe darse asentimiento sino a los que son
perfectamente conocidos y de los que no cabe dudar»10.
La fe en la
certeza absoluta de la ciencia está en el origen mismo de la filosofía
cartesiana y de la visión del mundo que deriva de ella, sin embargo fue aquí,
desde el principio, donde Descartes se equivocó. En el siglo XX la física nos
ha demostrado con la fuerza de sus argumentos, que no existe una certeza
científica absoluta y que todos nuestros conceptos y nuestras teorías son
limitados y aproximativos.
La filosofía
cartesiana de la certeza científica absoluta es aún muy popular y se refleja en
el cientifismo que caracteriza a nuestra civilización occidental. Muchos de
nuestros contemporáneos, científicos y no científicos, están convencidos de que
éste es el único método válido para entender el universo. El método del
pensamiento cartesiano y su visión de la naturaleza han influido en todas las
ramas de la ciencia moderna y pueden seguir utilizándose siempre y cuando se
admitan sus limitaciones. Aceptar la visión de Descartes como la verdad
absoluta y su método como una manera válida de lograr el conocimiento ha sido
una de las principales causas de nuestro desequilibrio cultural.
La certidumbre
cartesiana es matemática en esencia. Descartes creía que la clave del universo
se hallaba en su estructura matemática y, para él, ciencia era sinónimo de
matemáticas. Por esta razón escribió, con respecto a las propiedades de los
objetos físicos: «Sólo admito como verdadero lo que haya sido deducido —con la
claridad de un ejemplo matemático— de unas nociones comunes acerca de las
cuales no quepa la menor duda. Como todos los fenómenos de la naturaleza pueden
explicarse de esta manera, creo que no tenemos necesidad de admitir otros
principios de la física y tampoco hemos de desearlos»11.
Como Galileo,
Descartes pensaba que la matemática es el lenguaje de la naturaleza —«ese gran
libro que se abre ante nosotros»— y su deseo de describir el mundo en términos
matemáticos lo llevó a realizar su más famoso descubrimiento. Aplicando las relaciones
numéricas a figuras geométricas, logró establecer una correlación entre el
álgebra y la geometría y con ello creó una nueva rama de las matemáticas, que
hoy se conoce como geometría analítica. Dicha ciencia incluyó la
representación de curvas mediante ecuaciones algebraicas cuyas soluciones
Descartes estudió de manera sistemática. El nuevo método le permitió aplicar un
análisis matemático más general al estudio de los cuerpos en movimiento de
acuerdo con su grandioso proyecto de establecer una relación matemática exacta
en todos los fenómenos físicos. Con ello podía decir orgullosamente: «Toda mi
física no es más que geometría»12.
Descartes fue
un genio de las matemáticas y esto se refleja en su filosofía. A fin de
realizar su proyecto de crear una ciencia natural completa y exacta, desarrolló
un nuevo método de razonamiento y lo expuso en su famosísimo libro Discurso del
método. Aunque este texto es hoy uno de los grandes clásicos de la filosofía,
no fue concebido como tal, sino más bien como una introducción a la ciencia.
El método cartesiano tenía como meta llegar a la verdad científica, como
claramente se ve en el título completo del libro: «Discurso del método para guiar correctamente el razonamiento y
encontrar la verdad en las ciencias»
La clave del
método cartesiano se halla en la duda radical. Descartes pone en duda todo
aquello de que sea posible dudar —toda la sabiduría tradicional, las
impresiones de los sentidos y hasta el hecho de tener un cuerpo— hasta llegar a
un punto sobre el cual no cabe albergar ninguna duda: su existencia como sujeto
pensante. De ahí su famosa afirmación: «Cogito ergo sum» («Pienso, luego
existo»). De este principio deduce que la esencia de la naturaleza humana se
halla en el pensamiento y que todo aquello que sea percibido con gran claridad
y distinción es absolutamente cierto. A este concepto tan claro y distinto —«un
concepto de la mente pura y atenta»13—, Descartes lo llama
«intuición» y afirma que «el hombre, para llegar a un conocimiento
absolutamente cierto de la verdad, sólo puede guiarse por la intuición evidente
y la deducción necesaria»14. El conocimiento cierto, por
consiguiente, sólo se obtiene mediante la intuición y la duda, los dos
instrumentos utilizados por Descartes en una tentativa de reconstruir el
edificio de la sabiduría sobre cimientos más firmes.
El método
cartesiano es analítico, esto es, consiste en dividir los pensamientos y
problemas en cuantas partes sea posible y luego disponerlos según un orden
lógico. El método de razonamiento analítico quizá sea la principal
contribución de Descartes a la ciencia. El racionalismo se ha convertido en una
característica esencial del, pensamiento científico moderno y ha demostrado su
utilidad en el desarrollo de teorías científicas y en la realización de
proyectos tecnológicos extremadamente complejos. Gracias al método cartesiano,
la NASA logró poner a un hombre en la luna. Por otro lado, la excesiva
importancia dada al racionalismo es una de las causas que caracterizan tanto a
nuestras ideas generales como a nuestras disciplinas académicas, además de
propiciar la postura reduccionista —la convicción de que hay que reducir los
fenómenos complejos a sus partes constitutivas para lograr entenderlos— tan
difundida en el mundo de hoy.
El Cogito —nombre
que hoy se da al método cartesiano— hizo que para él la razón fuese más cierta
que la materia y le hizo llegar a la conclusión de que ambas cosas eran entes
separados y básicamente distintos. Por consiguiente, afirmó que «el concepto
de cuerpo no incluye nada que pertenezca a la mente y el de mente, nada que
pertenezca al cuerpo»15. La distinción que Descartes hizo entre la
mente y el cuerpo ha calado hondo en la civilización occidental. Nos ha
enseñado a pensar en nosotros mismos como egos aislados «dentro» de nuestro
cuerpo; nos ha hecho conceder más valor al trabajo intelectual que al manual; a
las grandes industrias les ha permitido vender al público —especialmente al
público femenino— productos que le darían el «cuerpo ideal»; a los médicos les
ha impedido considerar las dimensiones psicológicas de las enfermedades y a
los psicoanalistas ocuparse del cuerpo de sus pacientes. En las ciencias
humanas, la distinción cartesiana ha provocado una infinita confusión sobre la
relación que existe entre la mente y el cerebro; en física, ha hecho que los
fundadores de la mecánica cuántica se enfrenten a enormes obstáculos en sus
observaciones de los fenómenos atómicos. Según Heisenberg, que luchó contra
este problema durante muchos años: «En los últimos tres siglos esta división
ha ido penetrando profundamente en la mente humana, y pasará mucho tiempo
antes de que pueda ser reemplazada con una postura verdaderamente diferente ante
el problema de la realidad»16.
Descartes
basaba toda su visión de la naturaleza en esta división fundamental existente
entre dos campos independientes y separados: el del pensamiento o res cogitans,
la «substancia pensante», y el de la materia o res extensa, la «substancia
extensa». Tanto la mente como la materia eran obra de Dios; Él representaba el
punto de referencia de ambas cosas al ser el origen del orden natural exacto y
de la luz de la razón que permitía al ser humano reconocer este orden. Para
Descartes, Dios era un elemento esencial de su discurso filosófico, pero los
científicos que desarrollaron sus teorías según la distinción cartesiana entre
la mente y la materia omitieron cualquier referencia explícita a la presencia
divina: las humanidades se concentraron en la res cogitans y las ciencias
naturales en la res extensa.
Según
Descartes el universo material era una máquina y sólo una máquina. En la
materia no había ni vida, ni metas, ni espiritualidad. La naturaleza funcionaba
de acuerdo con unas leyes mecánicas, y todas las cosas del mundo material
podían explicarse en términos de la disposición y del movimiento de sus partes.
Esta imagen mecanicista de la naturaleza fue el paradigma que dominó la
ciencia después de Descartes, marcando la pauta de las investigaciones científicas
y sugiriendo la formulación de todas las teorías sobre los fenómenos
naturales, hasta que la física del siglo XX efectuó un cambio radical. Toda la
elaboración de la ciencia mecanicista que tuvo lugar entre el siglo XVII y el
siglo XIX —incluida la grandiosa síntesis newtoniana— fue sólo una evolución de
la idea cartesiana. Descartes dio una estructura general al pensamiento
científico con su visión de la naturaleza como una máquina perfecta regida por
leyes matemáticas exactas.
El cambio
drástico en la imagen de la naturaleza —de organismo a máquina— afectó
profundamente la actitud de las personas hacia su entorno natural. La visión
orgánica del mundo durante la Edad Media había sugerido un sistema de valores
propicios a un comportamiento ecológico. En palabras de Carolyn Merchant:
La imagen de organismo vivo y de madre que se le
daba a la tierra fue utilizada como obstáculo cultural para limitar las
acciones de los seres humanos. No es nada fácil matar a la propia madre, hurgar
en sus entrañas en búsqueda de oro o mutilar su cuerpo... Mientras se pensó en
la tierra como algo vivo y sensible, podía considerarse como falta de ética del
comportamiento humano el llevar a cabo actos destructivos en contra de ella17.
Estos límites
culturales desaparecieron con la mecanización de la ciencia. La concepción
mecanicista del universo ideada por Descartes proporcionó la autorización
«científica» para la manipulación y la explotación de los recursos naturales
que se ha convertido en una constante de la cultura occidental. De hecho,
Descartes compartía la opinión de Bacon en cuanto a que la meta de la ciencia
era dominar y controlar la naturaleza y afirmaba que podía utilizarse el conocimiento
científico para «convertirnos en los amos y dueños de la naturaleza»18.
En su
tentativa de crear una ciencia natural completa, Descartes incluyó a los
organismos vivos dentro de su visión mecanicista de la materia. Las plantas y
los animales se consideraban simples máquinas; los seres humanos estaban
habitados por un alma racional que se conectaba con el cuerpo mediante la
glándula pineal, situada en el centro del cerebro. En cuanto al cuerpo humano,
era imposible diferenciarlo de un animal/máquina. Descartes explicó detalladamente
la manera de reducir los movimientos y las funciones biológicas del cuerpo a
simples operaciones mecánicas, a fin de demostrar que los organismos vivos eran
meros autómatas. La imagen del autómata denota la influencia que en él —como
hombre de su tiempo, el barroco siglo XVI— ejercieron aquellas maquinarias
ingeniosas, «casi vivas», que deleitaban al público por la magia de sus movimientos
aparentemente espontáneos. Como muchas personas de su generación, Descartes
estaba fascinado por esos autómatas y llegó incluso a construir varios.
Inevitablemente, estableció una comparación entre sus creaciones y el
funcionamiento de los organismos vivos: «Vemos que los relojes, las fuentes
artificiales, los molinos y otras máquinas semejantes, a pesar de haber sido
creadas por el hombre, tienen la facultad de moverse por sí mismas de
diferentes maneras... No reconozco ninguna diferencia entre las máquinas de
los artesanos y los diferentes cuerpos creados por la naturaleza»19.
En la época de
Descartes la relojería había alcanzado un alto nivel de perfeccionamiento y,
por consiguiente, el reloj era un modelo privilegiado para otras máquinas
automáticas. Descartes comparaba a los animales a «un reloj... hecho... de
ruedas y muelles» y extendió la comparación al cuerpo humano: «Veo el cuerpo
humano como una máquina... En mi opinión... un enfermo y un reloj mal hecho
pueden compararse con mi idea de un hombre sano y un reloj bien hecho»"20
La visión
cartesiana de los organismos vivos tuvo una influencia decisiva en la evolución
de las ciencias humanas. Describir minuciosamente los mecanismos que constituyen
los organismos vivos ha sido la tarea principal de todos los biólogos, los
sociólogos y los psicólogos en los últimos trescientos años. El enfoque
cartesiano ha tenido mucho éxito —especialmente en el campo de la biología—pero
también ha limitado los posibles caminos de la investigación científica. El
problema está en que los científicos, alentados por el éxito obtenido tratando
a los organismos vivos como máquinas, tienden a creer que estos organismos son
sólo máquinas. Las consecuencias negativas de esta falacia reduccionista se
han vuelto clarísimas en la medicina; los médicos, suscritos a la imagen
cartesiana del cuerpo humano como un mecanismo de relojería, no pueden entender
muchas de las principales enfermedades presentes en el mundo de hoy.
Ésta, pues, es
la «maravillosa ciencia» de Descartes. Utilizando un método de pensamiento
analítico creado por él, trató de explicar con precisión todos los fenómenos
naturales por un sistema único de principios mecánicos. De este modo pensaba
lograr una ciencia a exacta cuyos conceptos fueran de una certeza matemática
absoluta. Por supuesto, Descartes no logró llevar a cabo su ambicioso proyecto
y él mismo reconoció que no había podido llevar a término su filosofía
científica. A pesar de ello, el método de razonamiento y el esquema general de
la teoría sobre los fenómenos naturales han determinado el pensamiento
científico de Occidente durante tres siglos.
Hoy, a pesar
de que se comienzan a vislumbrar las severas limitaciones de la visión
cartesiana del mundo, el método de enfocar los problemas intelectuales y la
claridad de razonamiento de Descartes siguen vigentes. Recuerdo que un día,
después de pronunciar una conferencia sobre física moderna en el que había
recalcado la importancia de las limitaciones del enfoque mecanicista en la
cuántica y la necesidad de superar esta visión en otros campos, una mujer,
francesa me felicitó por mi «lucidez cartesiana». Por ello Montesquieu escribía
en el siglo XVIII: «Descartes enseñó a los que vinieron después de él cómo
descubrir sus propios errores»21.
Descartes dio
una estructura conceptual a la ciencia del siglo XVII, pero su idea de una
máquina del mundo regida por leyes matemáticas siguió siendo sólo una visión
ilusoria durante toda su vida. Lo único que pudo hacer fue trazar las líneas
generales de su teoría sobre lo fenómenos naturales. El hombre que realizó el
sueño cartesiano completó la Revolución Científica fue Isaac Newton. Nacido en
Inglaterra en 1642, año de la muerte de Galileo, Newton desarrolla toda una
fórmula matemática del concepto mecanicista de la naturaleza y con ella
sintetizó magníficamente las obras de Copérnico y de Kepler, y también las de
Bacon, Galileo y Descartes. La física newtoniana, logro supremo de la ciencia
del siglo XVII, estableció una teoría matemática del mundo que se convirtió en
la base del pensamiento científico hasta mediados del siglo XX. Newton tenía una
comprensión de las matemáticas muy superior a la de cualquiera de sus
contemporáneos. Inventó el cálculo diferencial, un método totalmente nuevo para
describir el movimiento de los cuerpos sólidos que iba mucho más allá de las
técnicas matemáticas de Galileo y de Descartes. Este tremendo logro intelectual
fue elogiado por Einstein con estas palabras: «Quizá este sea el mayor avance
en el campo intelectual que un solo individuo haya tenido el privilegio de hacer»22
Kepler había
deducido las leyes empíricas del movimiento planetario mediante el estudio de
las tablas astronómicas, y Galileo había realizado ingeniosos experimentos para
descubrir las leyes de la caída de los cuerpos. Newton aunó los descubrimientos
de sus predecesores, formulando las leyes generales del movimiento que rigen
todos los objetos del sistema solar, desde las piedras hasta los planetas.
Según la
leyenda, Newton tuvo la revelación decisiva de su ciencia un día que, sentado
bajo un árbol, vio caer una manzana. Le sobrevino una ráfaga de inspiración y
comprendió que la manzana estaba siendo atraída hacia la tierra por la misma
fuerza que atraía los planetas hacia el sol; de esta manera encontró la clave
de su genial síntesis. Después utilizó su nuevo método matemático para
formular las leyes exactas del movimiento para todos los cuerpos en los que
influyen la fuerza de gravedad. La importancia de estas leyes se basa en su
aplicación universal. Por el hecho de ser válidas para todo el sistema solar
parecían confirmar la visión cartesiana de la naturaleza. El universo
newtoniano era, en efecto, un enorme sistema mecánico regido por leyes
matemáticas exactas.
En su libro
Principios Matemáticos de la Filosofía Natural, Newton expuso su teoría con
gran lujo de detalles. Los Principia (diminutivo del título original latino de
la obra) comprenden un vasto sistema de definiciones, proposiciones y pruebas,
que los científicos admitieron como la correcta descripción de la naturaleza
durante más de doscientos arios. También contienen un comentario explícito del
método experimental newtoniano, que su autor veía como un procedimiento
sistemático en el cual la descripción matemática se basa en una evaluación
crítica de las pruebas experimentales realizada en cada una de sus etapas.
Todo lo que no se pueda deducir de los fenómenos ha
de llamarse hipótesis; y las hipótesis, sean metafísicas o físicas, sean de calidades
ocultas o mecánicas, no tienen cabida en la filosofía experimental. En esta
filosofía las proposiciones particulares se deducen de los fenómenos y después
se universalizan por inducción23.
viernes, 10 de junio de 2016
Promedio final.
ORDEN: Nombre y Apellido - 2da prueba - Promedio final - Calidad.
Lemoos, Camila - 8 - 8 - Eximida
Mettetiere, Lorena - 6 - 8 - Eximida.
Alvez, Lucia - 7 - 8 - Eximido.
Da costa, Sergio - 10 - 10 - Eximido.
Soto, Andrea - 7 - 8 - Eximida
Alvarez, Lucia - 6 - 7 - Eximida
Amarelle, Valentina (No registrate tu nombre en la prueba) - 5 - 7 - Eximida
Villalva, Fernando - 5 - 6- Reglamentado.
Birò, Martin - s/c - 6- Eximido
Peralta, Claudio - s/c No realiza - 8 - Eximido.
La Camera - s/c No realiza - 6 - Eximido.
Me informaron que la 2da sumativa debe quedar archivada en el liceo, no la pueden llevar. Si la pueden pedir para ver.
Deben estudiar las definiciònes de Falacias informales y ver ejemplos. Se equivocaron varios en este punto.
Lemoos, Camila - 8 - 8 - Eximida
Mettetiere, Lorena - 6 - 8 - Eximida.
Alvez, Lucia - 7 - 8 - Eximido.
Da costa, Sergio - 10 - 10 - Eximido.
Soto, Andrea - 7 - 8 - Eximida
Alvarez, Lucia - 6 - 7 - Eximida
Amarelle, Valentina (No registrate tu nombre en la prueba) - 5 - 7 - Eximida
Villalva, Fernando - 5 - 6- Reglamentado.
Birò, Martin - s/c - 6- Eximido
Peralta, Claudio - s/c No realiza - 8 - Eximido.
La Camera - s/c No realiza - 6 - Eximido.
Me informaron que la 2da sumativa debe quedar archivada en el liceo, no la pueden llevar. Si la pueden pedir para ver.
Deben estudiar las definiciònes de Falacias informales y ver ejemplos. Se equivocaron varios en este punto.
Solo para Nocturno de Liceo Bauzá - Nº6
Programa
analítico sintético de Filosofía.
Grupo
– 5to BA semestral
Liceo
Nº6 “Bauzá” – Nocturno
Profesora:
Daniela Zapata.
Unidad I- Introducción
a la asignatura.
Concepto de espiritu filosófico de Vaz Ferreira.
Características del pensar
filosófico. Problemas y ramas de la filosofía.
Jasper. Comienzo y Origen de
la filosofía. (Duda, asombro y situación límite).
Comienzo de la Filosofía: Hipótesis de
los historiadores: Burnet, Vernant y Conford.
Unidad II –
Gnoseología.
Preguntas guía: ¿Podemos conocer?
¿Cómo conocemos? ¿Podemos confiar en los sentidos? ¿Cómo es valorado el
conocimiento científico? ¿Quién puede conocer?
Platón: “Alegoría de la
caverna”, “Alegoría de la Línea”,
Teoría de la ideas.
Concepto de Realismo
ontológico y epistemológico. Concepto de realismo en el Arte.
Neurociencia: Investigaciones
entorno a la percepción, ¿El mundo es cómo lo vemos?
Aristóteles: Selección de “La
metafísica”. Libro I y II. Valoración de los sentidos. Conocimiento experto y
artístico. Caracterización del sabio, el artista, el experto y el ignorante.
Unidad III – Argumentación.
Materiales elaborados
principalmente desde libro de Raquel Ginovart “Cómo hacer cosas con razones” y
Antony Weston “Las claves de la argumentación”.
Definición de Argumentación.
Cuándo es posible argumentar. Ventajas de aprender a argumentar.
Def. de razonamiento. Definición
de lógica. Diferencia entre verdad y validez. Ejemplos.
Diferencia entre convencer y
persuadir.
Juicio de razón y Juicio de
hecho. Ejemplos.
Detección y elaboración de un
argumento corto.
Definición de Falacia. Clasificación
en formales y no formales.
Trabajamos apelación al
pueblo, apelación a la fuerza, apelación a la autoridad, ad hominem, causa
falsa, apelación a la ignorancia.
Ejemplos de falacia.
Unidad IV – El
sujeto que conoce.
¿Cuáles son las causas de
nuestras conductas? ¿Podemos conocerlas?
Respondemos desde el
condicionamiento operante de Skinner y desde el psicoanálisis de Freud.
Skinner - Def. de conducta.
Reforzamiento negativo y positivo. Motivación extinción. Castigo de escape o
huida y por presentación de elemento aversivo.
Freud – Primer y Segunda
tópica. Concepto de Inconsciente.
Material presente en www.kioscofilosofico.blogspot.com.uy
Alumnos reglamentados: corresponde todas las unidades.
Alumnos eximidos: corresponde rendir la segunda prueba
(Examen) de Unidad III en adelante.
Unidad IV - Freud - Las tópicas.
Unidad IV - Freud - Las tópicas
Tal y como aclaran Jean Laplanche y Jean-Bertrand
Pontalis en su "Diccionario de Psicoanálisis" Tópica
hace referencia a una "Teoría o punto de vista que supone una
diferenciación del aparato psíquico en cierto número de sistemas dotados de
características o funciones diferentes y dispuestos en un determinado orden
entre sí, lo que permite considerarlos metafóricamente como lugares psíquicos
de los que es posible dar una representación espacial figurada. Corrientemente
se habla de dos tópicas freudianas, la primera en que se establece una
distinción fundamental entre inconsciente, preconsciente y consciente, y la
segunda que distingue tres instancias: el ello, el yo, el superyó".
Primera tópica: consciente,
preconsciente e inconsciente
La conciencia es la cualidad momentánea que
caracteriza las percepciones externas e internas dentro del conjunto de los
fenómenos psíquicos. El término inconsciente se utiliza para connotar el
conjunto de los contenidos no presentes en el campo actual de la conciencia.
Está constituido por contenidos reprimidos que buscan regresar a la conciencia
o bien que nunca fueron conscientes y su cualidad es incompatible con la
conciencia. El 'preconsciente' designa una cualidad de la psique que
califica los contenidos que no están presentes en el campo de la conciencia
pero pueden devenir en conscientes. Los estados reprimidos son aquellos que no
se les puede acceder sin una hipnosis, generalmente son revelaciones a través
de imágenes retenidas durante el tiempo de vida de cada individuo.
Segunda
tópica: el Ello, el Yo y el Superyó
El Ello es la
instancia más antigua y original de la personalidad y la base de las otras dos.
Comprende todo lo que se hereda o está presente al nacer, se presenta de forma
pura en nuestro inconsciente. Representa nuestros impulsos o pulsiones
más primitivos. Constituye, según Freud, el motor del pensamiento y el comportamiento
humano. Opera de acuerdo con el principio del placer y desconoce las
demandas de la realidad.
El Superyó es la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos recibidos de la cultura. Consta de dos subsistemas: la "conciencia moral" y el ideal del yo. La "conciencia moral" se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. El ideal del yo es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas.
El Yo es una parte del ello modificada por su proximidad con la realidad y surge a fin de cumplir de manera realista los deseos y demandas del ello de acuerdo con el mundo exterior, a la vez que trata de conciliarse con las exigencias del superyó. El yo evoluciona a partir del ello y actúa como un intermediario entre éste y el mundo externo. El yo sigue al principio de realidad, satisfaciendo los impulsos del ello de una manera apropiada en el mundo externo. Utiliza el pensamiento realista característico de los procesos secundarios. Como ejecutor de la personalidad, el yo tiene que medir entre las tres fuerzas que le exigen: las del mundo de la realidad, las del ello y las del superyó, el yo tiene que conservar su propia autonomía por el mantenimiento de su organización integrada.
Los papeles específicos desempeñados de las entidades ello, yo y superyó no siempre son claros, se mezclan en demasiados niveles. La personalidad consta según este modelo de muchas fuerzas diversas en conflicto inevitable.
El Superyó es la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos recibidos de la cultura. Consta de dos subsistemas: la "conciencia moral" y el ideal del yo. La "conciencia moral" se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. El ideal del yo es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas.
El Yo es una parte del ello modificada por su proximidad con la realidad y surge a fin de cumplir de manera realista los deseos y demandas del ello de acuerdo con el mundo exterior, a la vez que trata de conciliarse con las exigencias del superyó. El yo evoluciona a partir del ello y actúa como un intermediario entre éste y el mundo externo. El yo sigue al principio de realidad, satisfaciendo los impulsos del ello de una manera apropiada en el mundo externo. Utiliza el pensamiento realista característico de los procesos secundarios. Como ejecutor de la personalidad, el yo tiene que medir entre las tres fuerzas que le exigen: las del mundo de la realidad, las del ello y las del superyó, el yo tiene que conservar su propia autonomía por el mantenimiento de su organización integrada.
Los papeles específicos desempeñados de las entidades ello, yo y superyó no siempre son claros, se mezclan en demasiados niveles. La personalidad consta según este modelo de muchas fuerzas diversas en conflicto inevitable.
Mecanismos de defensa.
Freud define la represión
como un mecanismo de
defensa cuya esencia consiste en rechazar y mantener alejados de la
consciencia determinados elementos que son dolorosos o inaceptables para el yo.
Estos pensamientos o ideas tienen para Freud un contenido sexual. La represión
se origina en el conflicto psíquico que se produce por el enfrentamiento de
exigencias internas contrarias entre un deseo que reclama imperativamente su
satisfacción y las prohibiciones morales. El yo se defiende del dolor que causa
la incompatibilidad reprimiendo el deseo.
En los sueños opera la condensación. Varios elementos presentes en el sueño latente se conjugan, se unen en un mismo elemento; pueden ser fragmentos de imágenes, frases o trozos de ideas. Estos fragmentos de vivencias siempre estarán unidos de alguna forma por elementos comunes, que los relacionan y aparecen durante el análisis por medio de la asociación libre. Un ejemplo de condensación se da cuando soñamos con una persona que reúne rasgos de diferentes personas, a veces se presenta como una persona determinada y de pronto se convierte o desempeña el papel de alguna otra más.
El desplazamiento, que también se presenta en los sueños, consiste en que la intensidad, la importancia y la cantidad de afecto de algunas ideas se desplaza hacia otras de manera que puede mostrar como importante algún elemento que en realidad es superfluo y, por el contrario, mostrar como imprecisos y sin importancia elementos importantes que por lo general corresponden a recuerdos de la infancia. El desplazamiento es el proceso que más influye en ocultar el sentido latente del sueño. Cuanto más confuso y oscuro es un sueño, más ha sido influido por el desplazamiento.
En los sueños opera la condensación. Varios elementos presentes en el sueño latente se conjugan, se unen en un mismo elemento; pueden ser fragmentos de imágenes, frases o trozos de ideas. Estos fragmentos de vivencias siempre estarán unidos de alguna forma por elementos comunes, que los relacionan y aparecen durante el análisis por medio de la asociación libre. Un ejemplo de condensación se da cuando soñamos con una persona que reúne rasgos de diferentes personas, a veces se presenta como una persona determinada y de pronto se convierte o desempeña el papel de alguna otra más.
El desplazamiento, que también se presenta en los sueños, consiste en que la intensidad, la importancia y la cantidad de afecto de algunas ideas se desplaza hacia otras de manera que puede mostrar como importante algún elemento que en realidad es superfluo y, por el contrario, mostrar como imprecisos y sin importancia elementos importantes que por lo general corresponden a recuerdos de la infancia. El desplazamiento es el proceso que más influye en ocultar el sentido latente del sueño. Cuanto más confuso y oscuro es un sueño, más ha sido influido por el desplazamiento.
El psicoanálisis emplea el
término pulsión (impulso que tiende a la
consecución de un fin) para el estudio del comportamiento humano. Se denomina pulsión a las fuerzas derivadas de las
tensiones somáticas en el ser humano, y las necesidades del ello; en
este sentido las pulsiones se ubican entre el nivel somático y el nivel
psíquico.
La pulsión es un impulso que se inicia con una excitación corporal (estado de tensión), y cuya finalidad última es precisamente la supresión de dicha tensión.
Hay dos tipos de pulsiones, la pulsión sexual o de vida (Eros) y la pulsión de muerte (Thánatos). Para el psicoanálisis el impulso sexual tiene unas acotaciones muy superiores a lo que habitualmente se considera como sexualidad. La libido es la energía pulsional, y puede presentar diferentes alternativas según esté dirigida a los objetos (libido objetal), o bien se dirija al propio Yo (libido narcisista).
La pulsión es un impulso que se inicia con una excitación corporal (estado de tensión), y cuya finalidad última es precisamente la supresión de dicha tensión.
Hay dos tipos de pulsiones, la pulsión sexual o de vida (Eros) y la pulsión de muerte (Thánatos). Para el psicoanálisis el impulso sexual tiene unas acotaciones muy superiores a lo que habitualmente se considera como sexualidad. La libido es la energía pulsional, y puede presentar diferentes alternativas según esté dirigida a los objetos (libido objetal), o bien se dirija al propio Yo (libido narcisista).
Sigmund Freud: justificación del concepto de lo inconsciente.
Desde muy diversos sectores se nos ha discutido el derecho a aceptar la existencia de un psiquismo inconsciente y a laborar científicamente con esta hipótesis. Contra esta opinión podemos argüir que la hipótesis de la existencia de lo inconsciente es necesaria y legítima, y, además, que poseemos múltiples pruebas de su exactitud. Es necesaria, porque los datos de la conciencia son altamente incompletos. Tanto en los sanos como en los enfermos surgen con frecuencia actos psíquicos cuya explicación presupone otros de los que la conciencia no nos ofrece testimonio alguno. Actos de este género son no sólo los actos fallidos y los sueños de los individuos sanos, sino también todos aquellos que calificamos de un síntoma psíquico o de una obsesión en los enfermos. Nuestra cotidiana experiencia personal nos muestra ocurrencias cuyo origen desconocemos y conclusiones intelectuales cuya elaboración ignoramos. Todos estos actos conscientes resultarán faltos de sentido y coherencia si mantenemos la teoría de que la totalidad de nuestros actos psíquicos ha de sernos dada a conocer por nuestra conciencia y, en cambio, quedarán ordenados dentro de un conjunto coherente e inteligible si interpolamos entre ellos los actos inconscientes que hemos inferido. Esta ganancia de sentido constituye, de por sí, motivo justificado para traspasar los límites de la experiencia directa. Y si luego comprobamos que tomando como base la existencia de un psiquismo inconsciente podemos estructurar un procedimiento eficacísimo, por medio del cual influir adecuadamente sobre el curso de los procesos conscientes, este éxito nos dará una prueba irrebatible de la exactitud de nuestra hipótesis. Habremos de situarnos entonces en el punto de vista de que no es sino una pretensión insostenible el exigir que todo lo que sucede en lo psíquico haya de ser conocido por la conciencia. [...]
El nódulo del sistema Inc. está constituido por representaciones de instintos que aspiran a derivar su carga, o sea por impulsos de deseos. Estos impulsos instintivos se hallan coordinados entre si y coexisten sin influir unos sobre otros ni tampoco contradecirse. Cuando dos impulsos de deseos cuyos fines nos parecen inconciliables son activados al mismo tiempo, no se anulan recíprocamente sino que se unen para formar un fin intermedio, o sea una transacción.
En este sistema no hay negación ni duda alguna, ni tampoco grado ninguno de seguridad. Todo esto es aportado luego por la labor de la censura que actúa entre los sistemas Inc. y Prec. La negación es una sustitución a un nivel más elevado de la represión. En el sistema Inc. no hay sino contenidos más o menos enérgicamente catectizados.
Reina en él una mayor movilidad de las intensidades de carga. Por medio del proceso del desplazamiento puede una idea transmitir a otra todo el montante de su carga, y por el de la condensación acoger en sí toda la carga de varias otras ideas. A mi juicio, deben considerarse estos dos procesos como caracteres del llamado proceso psíquico primario. En el sistema Prec. domina el proceso secundario. Cuanto tal proceso primario recae sobre elementos del sistema Pres., lo juzgamos «cómico» y despierta la risa.
Los procesos del sistema Inc. se hallan fuera del tiempo esto es, no aparecen ordenados cronológicamente, no sufren modificación ninguna por el transcurso del tiempo y carecen de toda relación con él. También la relación temporal se halla ligada a la labor del sistema Cc.
Los procesos del sistema Inc. carecen también de toda relación con la realidad Se hallan sometidos al principio del placer y su destino depende exclusivamente de su fuerza y de la medida en que satisfacen las aspiraciones comenzadas por el placer y el displacer.
Resumiendo, diremos que los caracteres que esperamos encontrar en los procesos pertenecientes al sistema Inc. son la falta de contradicción el proceso primario (movilidad de las cargas), la independencia del tiempo y la sustitución de la realidad exterior por la psíquica.
__________________________________________________
Metapsicología: lo inconsciente, en Obras completas, Biblioteca Nueva, Madrid 1968, Vol. I, p.1052-1061.
Sigmund Freud: instinto de vida, instinto de muerte
En nuestro estudio Más allá del principio del placer desarrollamos una teoría que sostendremos y continuaremos en el presente trabajo. Era esta teoría la de que es necesario distinguir dos clases de instintos, una de las cuales, los instintos sexuales, o el Eros, era la más visible y accesible al conocimiento, e integraba no sólo el instinto sexual propiamente dicho, no coartado, sino también los impulsos instintivos coartados en su fin y sublimados y derivados de él, y el instinto de conservación, que hemos de adscribir al yo, y el que opusimos justificadamente, al principio de la labor psicoanalítica, a los instintos objetivos sexuales. La determinación de la segunda clase de instintos nos opuso grandes dificultades, pero acabamos por hallar en el sadismo su representante. Basándonos en reflexiones teóricas, apoyadas en la biología, supusimos la existencia de un instinto de muerte, cuya misión es hacer retornar todo lo orgánico animado al estado inanimado, en contraposición al Eros, cuyo fin es complicar la vida y conservarla así, por medio de una síntesis cada vez más amplia de la sustancia viva, dividida en particular. Ambos instintos se conducen en una forma estrictamente conservadora, tendiendo a la reconstrucción de un estado perturbado por la génesis de la vida; génesis que sería la causa tanto de la continuación de la vida como de la tendencia a la muerte. A su vez, la vida sería un combate y una transacción entre ambas tendencias. La cuestión del origen de la vida sería, pues, de naturaleza cosmológica, y la referente al objeto y fin de la vida recibiría una respuesta dualista. (El yo y el ello, IV (Obras completas, 3 vols., Biblioteca Nueva, Madrid 1968, vol. 2, p. 21-22).
lunes, 14 de marzo de 2016
miércoles, 9 de marzo de 2016
Libro de Filosofía 2016 - Tomo I.


Unidad 1.
“Los filósofos ven los que todos ven, y piensan lo que
nadie piensa.”[1]


“El efecto principal de la
filosofía es suscitar el espíritu filosófico, la crítica, la sinceridad de la
posición mental: la completa sinceridad: saber qué es lo que se ignora, saberlo
y sentirlo, y hasta aprender a ignorar, que es más difícil que aprender a
saber.
La discusión para triunfar a
de ser proscripta de esta aula más que de ninguna, ha de enseñarse a cambiar
ideas para comprender mejor, para ver más aspectos de las cuestiones: si se
quiere conservar el término discutir, ninguna clase se presta cómo esta para
hacerlo bien, conservando el espíritu siempre dispuesto y sensible para la
comprensión, para el cambio para la duda.”[2]
Unidad I
Introducción al
pensamiento filosófico.
Parte I: ¿Cuándo
comenzó la filosofía? ¿Cuál es el origen de la filosofía?
“(…) Sin
embargo, comienzo no es lo mismo que origen. El comienzo es histórico y acarrea
para los que vienen después un conjunto creciente de supuestos sentados por el
trabajo mental ya efectuado. Origen es, en cambio la fuente de la que mana en
todo tiempo el impulso que mueve a filosofar. Únicamente gracias a él resulta
esencial la filosofía actual en cada momento y comprendida la filosofía
anterior.”
Siguiendo
la distinción que realiza el filósofo Karl Jaspers procederemos a profundizar
el significado que otorga a comienzo
y posteriormente a origen de
la filosofía.
“El Comienzo es
histórico”
A finales
del siglo VII a.c. en el seno de la antigua civilización griega surge la
filosofía como resultado de la actitud propia del hombre que es la de
cuestionar y cuestionarse todo, como resultado de explicar coherentemente la
realidad, todo lo que sucede a su alrededor.
En este sentido,
el comienzo de la filosofía supuso un proceso complejo en el que el pensamiento
racional fue derribando los mecanismos de construcción de representaciones
míticas.
Este cambio
en el pensamiento ocurre en paralelo con un cambio en la estructura social: de
la monarquía, a la aristocracia y de ésta última a la consolidación de la polis
griega.
¿Cómo es
posible el comienzo de la filosofía? Desde los planteos de tres historiadores
del siglo XX, Burnet, Cornford y Vernat.
“a)-La explicación de J. Burnet. Es la llamada tesis del "milagro
griego". Según esta hipótesis la filosofía habría aparecido en Grecia de
una manera abrupta y radical como fruto de la genialidad del pueblo griego.
Esta hipótesis prescinde de los elementos históricos, socioculturales y
políticos, por lo que termina por no explicar nada, cayendo en un círculo
vicioso: Los griegos crean la filosofía porque son geniales, y son geniales
porque crean la filosofía.
La mantiene en su obra
"La Aurora
de la filosofía griega", (1915).
b)-La explicación
de F. M. Cornford. Defiende la tesis del desarrollo del pensamiento filosófico
a partir del pensamiento mítico y religioso. Según esta hipótesis la filosofía
sería el resultado de la evolución de las formas primitivas del pensamiento
mítico de la Grecia
del siglo VII antes de Cristo. Para Cornford existe "una continuidad real
entre la primera especulación racional y las representaciones religiosas que
entrañaba" de tal modo que "las maneras de pensar que, en filosofía,
logran definiciones claras y afirmaciones explícitas ya estaban implícitas en
las irracionales intuiciones de lo mitológico". En su obra "De la
religión a la filosofía", (1912), Cornford explica cómo la estructura de
los mitos de Hesíodo en la "Teogonía" se mantiene en las teorías de
los primeros filósofos, rechazando éstos solamente el recurso a lo sobrenatural
y la aceptación de la contradicción. Destaca la influencia educativa de Homero
y Hesíodo en la constitución y posterior desarrollo de la civilización griega,
y analiza también cómo algunos de los conceptos que serán fundamentales
posteriormente en la filosofía, [ moira (hado, destino), diké, (justicia),
physis, (naturaleza), ley, dios, alma, etc.] proceden directamente del
pensamiento mítico-religioso griego.
c)- La explicación de J. P. Vernant, en su obra "Mito y pensamiento en la Grecia antigua",
(1965), añade importantes elementos derivados del contexto sociocultural,
político y económico de la época para explicar cómo este paso del mito a la
racionalidad fue posible, y por qué se produjo en Grecia en lugar de en otra
civilización de la época. La inexistencia de una casta sacerdotal, la figura
del sabio, el predominio de la ciudad, la transmisión pública del saber, la
libertad individual y el desarrollo de la escritura, hacen posible la puesta en
entredicho de las explicaciones cosmológicas y su sustitución por una forma de
pensamiento que no entrañe la creencia y la superstición propias de los
pensamientos mítico y religioso.
La estructura del mito hesiódico (en la "Teogonía") sirve de modelo según Vernant a toda la
física Jonia, siguiendo a Cornford. En este mito, en efecto, la realidad se
genera a partir de un estado inicial de indistinción, por segregación de
parejas de contrarios que interactúan hasta acabar configurando toda la
realidad conocida. Existen pues tres momentos fundamentales en el discurrir de
la narración:
1) Se parte de un estado de indistinción del elemento originario.
2) De él brotan, por segregación, parejas de contrarios.
3) Conforme a un ciclo siempre renovado se produce una continua interacción de
contrarios.
C) Conclusiones
Ahora bien, esta misma
estructura la encontramos en las explicaciones de los primeros filósofos
jonios, pero en ellos ha tomado ya la forma de un problema: en la filosofía el mito
esta racionalizado. El mito es animista, mágico, recurre a lo invisible como
fundamento de lo visible, acepta lo sobrenatural y lo extraordinario. La
cosmología de los primeros filósofos modifica su lenguaje y cambia de
contenido: en lugar de narrar los acontecimientos sucesivos, define los
primeros principios constitutivos del ser; en lugar de presentarnos una lucha
de dioses nos ofrece un intercambio mecánico de procesos o fenómenos naturales.
¿Cuáles son las condiciones bajo las que se produce este cambio?
Para Vernant, el nacimiento de la
filosofía es explicable aduciendo causas históricas y sociales. La inexistencia
de una casta sacerdotal en Grecia, dadas las características especiales de la
religión griega, elimina la posibilidad de instaurar un dogma religioso, así
como la posibilidad de hacer de lo religioso un discurso cerrado, accesible
sólo a los que pertenecen a la casta sacerdotal; no hay, pues, secretos que
ocultar. El sabio, que es a la vez adivino, poeta, profeta, músico, médico,
purificador, curandero, pero distinto del sacerdote o chamán de las religiones
orientales, y que tiene el poder de ver y hacer ver lo invisible, divulga sus
conocimientos: la enseñanza se opone aquí a la iniciación esotérica en una
doctrina. Los conocimientos se divulgan, desembarazándose así de la figura del
mago. La expansión de la ciudad, correlativamente al auge económico derivado
del comercio fundamentalmente, supone el advenimiento del ciudadano,
circunstancia paralela al nacimiento y desarrollo de la filosofía. La
importancia del linaje deja paso a la prioridad de la polis, de la comunidad,
lo que suele ir acompañado de una organización política que reclama la
publicidad. El saber es trasladado a la plaza, en plena ágora, siendo objeto de
un debate público donde la argumentación dialéctica terminará por predominar
sobre la iluminación sobrenatural.
La filosofía, pues, si bien enraizada en
el mito, parece ser una creación original del pueblo griego. Su rechazo de lo
sobrenatural, de lo mágico, de la ambivalencia, son signos de una racionalidad
que difícilmente podemos encontrar en otras formas de pensamiento anterior.”[1]
Parte II: Comienzo
de la filosofía.
Finales del
Siglo VII a.c. principio del siglo VI a.c.
Primeros
filósofos (llamados filósofos físicos): Tales, Anaximandro, Anaxímenes.
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En
opinión de Aristóteles, lo que caracteriza a los primeros filósofos es la
búsqueda de una explicación última del mundo: su primer principio o arjé (ἀρχή). El termino arjé no se encuentra en los fragmentos que
conservamos de Tales, y probablemente sea un hallazgo de su discípulo
Anaximandro. El Estagirita lo describe arriba en la primera cita como el
«elemento (…) primero de todas las cosas». El arjé tiene
tres características:
1) Es la fuente de
la que todo proviene: «a partir del cual todas las cosas existen y llegan por
primera vez al ser».
2) Es el término último en
que todo se resuelven: «en el que terminan por convertirse en su corrupción».
3) Es aquello que subyace y sostiene a las
demás realidades; lo que permanece a través del cambio: «es necesario que haya
alguna sustancia natural (...) de la que nazcan las demás, mientras ésta se
conserva».
El arjé que
los Presocráticos buscan es, por tanto, una naturaleza o physis (φύσις),
entendida no en el sentido moderno, sino como realidad primera y fundamental,
capaz de dar una explicación convincente acerca del origen, la estabilidad y el
destino del mundo que nos rodea.
Tales
Tales habría nacido a fines del siglo VII y
desarrollado su actividad en la primera mitad del siglo VI. Se dice que vivió
alrededor de 80 años. Diógenes Laercio sostiene que sus padres fueron Examio y
Cleobuline. Heródoto dice que su familia era de origen fenicio, pero lo más
probable es que Tales haya nacido en Mileto.
El agua es el primer principio (arjé) de todas las cosas.
La
mayoría de los primeros filósofos creyeron tan sólo principios a aquellos que
se dan bajo la forma de la materia; pues afirman que el elemento y principio
primero de todas las cosas es aquel a partir del cual todas las cosas existen y
llegan por primera vez al ser y en el que terminan por convertirse en su
corrupción, subsistiendo la sustancia pero cambiando en sus accidentes; porque
tal naturaleza se conserva siempre (...), pues es necesario que haya alguna
sustancia natural, una o múltiple, de la que nazcan las demás, mientras ésta se
conserva. Respecto al número y la forma de tal principio no todos está de
acuerdo, sino que Tales, el iniciador de tal tipo de filosofía, dice que es el
agua (por lo que manifestó que también la tierra está sobre el agua), tomando,
tal vez, dicha suposición de la observación de que el alimento de todas las
cosas es húmedo y que el calor mismo surge de éste y vive por éste (el
principio de todas las cosas es aquello de donde nacen); de aquí dedujo su
suposición y del hecho de que la semilla de todas las cosas tiene una
naturaleza húmeda; y el agua es el principio natural de las cosas húmedas. [Metafísica A 3, 983 b 6]
Siempre según Aristóteles, en opinión de
Tales la physis es un principio de tipo material que
recibe el nombre de “agua”. Que esta era la opinión de Tales, es para
Aristóteles un hecho probado: «dice que es el agua». A continuación, intenta
explicar el motivo de esta afirmación apelando a consideraciones de tipo
“fisiológico” [Kirk-Raven-Schofield
1957: 89]. Aristóteles supone que Tales llegó a esta conclusión a partir
«de la observación de que el alimento de todas las cosas es húmedo y que el
calor mismo surge de éste y vive por éste» y «del hecho de que la semilla de
todas las cosas tiene una naturaleza húmeda; y el agua es el principio natural
de las cosas húmedas». Tal vez, a la hora de hacer su elección, comenta más
adelante el Estagirita, Tales se vio influido por, o se encuentra en
continuidad con, la tradición de los antiguos que sostenían que Océano y Tetis
eran los padres del mundo [Metafísica 983 b 30].
Hasta aquí, el parecer de Aristóteles. La
naturaleza se define por un primer principio material llamado agua. No
conocemos la explicación que Tales daba de por qué es el agua el primer
principio de la naturaleza ni cómo a partir de ella se generan los seres o se
resuelven al corromperse. Se pueden aducir una serie de razones en parte
relacionadas con las avanzadas por Aristóteles. En efecto, el agua es uno de
los elementos que más abunda en la naturaleza y que más fácilmente se amolda en
y a los otros cuerpos. Por otra parte, no es difícil observarla en sus tres
estados, gaseoso, líquido y sólido, así como el paso de uno a otro. Si tomamos
en cuenta también que el agua es necesaria para la supervivencia de los
vivientes, no resulta ilógico (en el sentido de que se pueden aducir razones)
concluir que se trata del elemento necesario para la existencia de todos las
demás seres, mientras que ella misma no es generada a partir de cosa alguna
previa.
De todas formas, esto no significa
necesariamente que Tales identificara sin más el agua de la que tenemos
experiencia cotidiana, el agua en cuanto realidad natural, con el
agua-primer-principio. Parece natural pensar que el agua que podemos ver, tocar
y sentir no sería sino una manifestación más del arjé. Pues para Tales, dicha “agua” es un
“principio” de lo que todo proviene, en lo que todo se resuelve y es garante de
la solidez de lo real.
Para captar mejor esto último es necesario
reflexionar sobre la pregunta que Tales está intentando responder y que nos da
la medida de su genio filosófico. En un primer nivel, y aunque la cuestión no
esté planteada de manera explícita, nos encontramos frente al primer intento de
solución de lo que se convertiría en clásico problema griego de lo uno y lo
múltiple. O lo que es lo mismo, del intento de dar razón última de la
estabilidad del mundo frente al cambio. En este sentido, Tales sostiene la
existencia de un principio de unidad de lo real (el “agua”) y, a partir de
este, intenta dar razón de la pluralidad de naturalezas que nos rodean.
Ya en un segundo nivel, podemos columbrar también que en lo que Tales
está interesado no es en conocer alguna cosa concreta sino que quiere saber lo
que las cosas son, encontrar su explicación última. Se trata de la pregunta por
la verdad de las cosas. Qué son de verdad. Cuál es su esencia. Lo que aquí
acontece es, en definitiva, la pregunta filosófica por excelencia: la pregunta
por el ser. Y Tales da su respuesta, pues al decir que es el agua el primer
principio, asume que todo lo que existe forma parte de un único mundo del ser,
y que todo lo que existe tiene, por tanto, una propiedad en común.
Actividad: Tales.
1.
¿Identifica
cuál es la pregunta filosófica que intenta responder Tales?
2.
¿Cuál
es su respuesta?
3.
¿Según
sus comentaristas: en qué se basó Tales para afirmar su respuesta?
Anaximandro.
Biografía
Anaximandro de Mileto
nació aproximadamente en el 610
a .C. y murió en el 545 a .C. Teofrasto describe a Anaximandro como
discípulo y compañero de Tales, siendo unos catorce años más joven que él. Se
ocupó, al igual que Tales, de cuestiones prácticas relacionadas con la ciencia
y se le atribuye la elaboración de un mapa del mar Negro, probablemente para
uso de los navegantes milesios que viajaban por él. Al igual que otros
filósofos griegos participó activamente en la vida política de su ciudad, y se
le atribuye la dirección de una expedición colonizadora a Apolonia. Respecto a
su actividad filosófica se le atribuye la composición de una obra en prosa,
"Sobre la naturaleza", en la que expone sus teorías.
Pensamiento
1.
Al igual
que Tales buscó el elemento primordial y básico a partir del que se ha generado
la realidad; pero a diferencia de él consideró que dicho elemento o
"arjé" (término que, al parecer, fue Anaximandro el primero en
utilizar) no podía estar constituido por ninguno de los elementos conocidos,
como el agua, ni tampoco por ninguna clase particular de materia. Si ese primer
elemento era la causa material de todo lo existente había de ser la causa, por
lo tanto, de toda materia particular, por lo que dicho principio no podía
identificarse con ninguna materia particular. Siendo su principio, su comienzo,
su fuente, había de ser algo necesariamente distinto; pero dado que nosotros
sólo conocemos las formas particulares de materia que emanan de ese primer
principio hemos de concluir que el "arjé" tiene que ser una materia desconocida
para nosotros y, en cuanto tal, una materia indeterminada, indefinida,
ilimitada, a la que Anaximandro da el nombre de "ápeiron". Eso es lo
que parece transmitirnos alguno de los fragmentos conservados de Anaximandro.
Según Aristóteles
"... lo infinito no
tiene principio..., sino que parece ser ello el principio de los demás seres y
que todo lo abarca y todo lo gobierna, como afirman cuantos no postulan otras
causas fuera de lo infinito, tales como el espíritu o la amistad; el infinito,
además, es un ser divino, pues es inmortal e indestructible, como afirman
Anaximandro y la mayoría de los físicos teóricos". (Aristóteles, Física,
4)
Según Simplicio
"... alguna otra naturaleza ápeiron de la cual
nacen todos los cielos y los mundos que hay dentro de ellos. El nacimiento a
los seres existentes les viene de aquello en lo que se convierten al perecer,
según la necesidad, pues se pagan mutua pena y retribución por su injusticia
según la disposición del tiempo, como Anaximandro dice en términos un tanto
poéticos". (Simplicio, Física 24,17)
2. La cosmología de Anaximandro está dominada por
la idea de la pluralidad de mundos existentes, generados a partir de un
movimiento eterno mediante el que son separadas unas cosas de las otras, en un
juego de oposición de contrarios tan común en la época y que volveremos a
encontrar en otros filósofos; en ese movimiento cósmico el predominio de un
elemento significaría una injusticia que tiene que ser necesariamente reparada,
como el predominio del verano va seguido del invierno, y viceversa.
3. Vemos, en definitiva,
que Anaximandro afirma como primera causa de la realidad una causa material: lo
indefinido, lo indeterminado, lo infinito, a partir de la que evoluciona todo
lo real. En la medida en que se niega a identificar esta primera causa con un
elemento material particular su pensamiento supondrá un avance con respecto a
Tales, en cuanto significa un considerable esfuerzo de abstracción y coherencia
racional.
Anaxímenes
Biografía
Anaxímenes
de Mileto nació en Mileto en el 585
a .C., aproximadamente, y murió en el 524 a .C. También Teofrasto
nos describe a Anaxímenes como discípulo y compañero de Anaximandro siendo, al
parecer, unos veintidós años más joven que él. Se le atribuye la composición de
un libro, "Sobre la naturaleza", escrito, según Diógenes Laercio, "en dialecto jónico, y en un
estilo sencillo y sin superfluidades".
Pensamiento
1.
Se
opone a Anaximandro y a Tales en cuanto a la determinación del primer principio
o "arjé" que Anaxímenes considera ser el aire. Probablemente haya
tomado esta elección a partir de la experiencia, influyendo la observación de
los seres vivos y la importancia del fenómeno de la respiración; en cuanto toma
como "arjé" un elemento particular, su pensamiento supone un
retroceso con respecto a Anaximandro; pero Anaxímenes nos ofrece un mecanismo
de explicación de la generación de las cosas a partir de otro elemento distinto
de ellas: ese mecanismo de generación se apoya en las nociones de
"condensación" y "rarefacción". Por condensación del aire, dice
Anaxímenes, se forman las nubes; si las nubes se condensan se forma el agua; la
condensación del agua de lugar a la constitución del hielo, de la tierra; y la
condensación de la tierra da lugar a la constitución de las piedras y los
minerales; el proceso inverso lo representa la rarefacción: piedra, tierra,
agua, nubes, aire y, por último la rarefacción del aire produciría el fuego.
2.
En terminología moderna podemos
decir que Anaxímenes está intentando basar la explicación de lo cualitativo en
lo cuantitativo; encontramos en él, por lo tanto, un intento de explicar el
mecanismo de transformación de unos elementos en otros, del que no disponían
Tales ni Anaximandro. Al igual que ellos insiste, sin embargo, en afirmar una
causa material como principio del mundo y, por lo tanto, en tratar de llevar a
la unidad la diversidad de la realidad observable.
Actividad
entorno a Anaximandro y Anaxímenes..
1.
¿Cuál es el principio
(arjé) según Anaximandro? ¿Cuáles son sus características?
2.
¿Describe Anaximandro
el proceso por el cuál surge todo lo presente en el mundo?
3.
¿Cuál es el principio
(arjé) según Anaxímenes? ¿Cuáles son las conjeturas entorno a cómo llega a ese
principio primordial?
4.
¿Por qué se afirma que
el pensamiento de Anaxímenes es un retroceso con respecto a Anaximandro?
5. ¿Por qué
mecanismos se forman los elementos del mundo según Anaxímenes?
Parte III- El origen.
La historia de la filosofía como
pensar metódico tiene sus comienzos hace dos mil quinientos años, pero como
pensar mítico mucho antes.
Sin embargo, comienzo no es lo
mismo que origen. El comienzo es histórico y acarrea para los que vienen
después, un conjunto creciente de supuestos sentados por el trabajo mental ya
efectuado. Origen es, en cambio, la fuente de la que mana en todo tiempo el
impulso que mueve a filosofar. Únicamente gracias a él resulta esencial la
filosofía actual en cada momento y comprendida la filosofía anterior.
Este origen es múltiple. Del
asombro sale la pregunta y el conocimiento, de la duda acerca de lo conocido el
examen crítico y la clara certeza, de la conmoción del hombre y de la
conciencia de estar perdido la cuestión de sí propio. Representémonos ante todo
estos tres motivos.
Primero. Platón decía que el asombro
es el origen de la filosofía. Nuestros ojos nos "hacen ser partícipes del
espectáculo de las estrellas, del sol y de la bóveda celeste". Este
espectáculo nos ha "dado el impulso de investigas el universo. De aquí
brotó para nosotros la filosofía, el mayor de los bienes deparados por los
dioses a la raza de los mortales". Y Aristóteles.: "Pues la
admiración es lo que impulsa a los hombres a filosofar: empezando por admirarse
de lo que les sorprendía por extraño, avanzaron poco a poco y se preguntaron
por las vicisitudes de la luna y del sol, de los astros y por el origen del
universo."
El admirarse impele a conocer. En
la admiración cobro conciencia de no saber. Busco el saber, pero el sabes
mismo, no "para satisfacer ninguna necesidad común".
El filosofar es como un despertar
de la vinculación a las necesidades de la vida. Este despertar tiene lugar
mirando desinteresadamente a las cosas, al cielo y al mundo preguntando qué sea
todo ello y de dónde todo ello venga, preguntas cuya respuesta no serviría para
nada útil, sino que resulta satisfactoria por sí sola.
Segundo. Una vez que he satisfecha
mi asombro y admiración con el conocimiento de lo que existe, pronto se anuncia
la duda. A buen seguro que se acumulan los conocimientos, pero ante el examen
crítico no hay nada cierto. Las percepciones sensibles están condicionadas por
nuestros órganos sensoriales y son engañosas o en todo caso no concordantes con
lo que existe fuera de mí independientemente de que sea percibido o en sí.
Nuestras formas mentales son las de nuestro humano intelecto. Se enredan en
contradicciones insolubles. Por todas partes se alzan unas afirmaciones frente
a otras. Filosofando me apodero de la duda, intento hacerla radical, mas, o
bien gozándome en la negación mediante ella, que ya no respeta nada, pero que
por su parte tampoco logra dar un paso más, o bien preguntándome dónde estará
la certeza que escape a toda duda y resista ante toda crítica honrada.
La famosa frase de Descartes
"pienso, luego existo" era para él indubitablemente cierta cuando
dudaba de todo lo demás, pues ni siquiera el perfecto engaño en materia de
conocimiento, aquel que quizá ni percibo, puede engañarme acerca de mi
existencia mientras me engaño al pensar.
La duda se vuelve como duda
metódica la fuente del examen crítico de todo conocimiento. De aquí que sin una
duda radical, ningún verdadero filosofar.
Pero lo decisivo es cómo y dónde se
conquista a través de la duda misma el terreno de la certeza.
Y tercero. Entregado al
conocimiento de los objetos del mundo, practicando la duda como la vía de la
certeza, vivo entre y para las cosas, sin pensar en, mí, en mis fines, mi
dicha, mi salvación. Más bien estoy olvidado de mí y satisfecho de alcanzar
semejantes conocimientos.
La cosa se vuelve otra cuando me
doy cuenta de mí mismo en mi situación.
El estoico Epicteto decía: "El
origen de la filosofía es el percatarse de la propia debilidad e
impotencia." ¿Cómo salir de la impotencia? La respuesta de Epicuro decía:
considerando todo lo que no está en mi poder corno indiferente para mí en su
necesidad, y, por el contrario, poniendo en claro y en libertad por medio del
pensamiento lo que reside en mí, a saber, la forma y el contenido de mis
representaciones.
Cerciorémonos de nuestra humana
situación. Estamos siempre en situaciones. Las situaciones cambian, las
ocasiones se suceden. Si éstas no se aprovechan, no vuelven 'más. Puedo
trabajar por hacer que cambie la situación. Pero hay situaciones por su esencia
permanentes, aun cuando se altere su apariencia momentánea y se cubra de un
velo su poder sobrecogedor: no puedo menos de morir, ni de padecer, ni de
luchar, estoy sometido al acaso, me hundo inevitablemente en la culpa. Estas
situaciones fundamentales de nuestra existencia las llamamos situaciones límites.
Quiere decirse que son situaciones de las que no podemos salir -y que no
podemos alterar. La conciencia de estas situaciones límites es después del
asombro y de la duda el origen, más profundo aún, de la filosofía. En la vida
corriente huimos frecuentemente ante ellas cerrando los ojos y haciendo como si
no existieran.
Olvidamos que tenemos que morir,
olvidamos nuestro ser culpables y nuestro estar entregados al acaso. Entonces
sólo tenemos que habérnoslas con las situaciones concretas, que manejamos a nuestro
gusto y a las que reaccionamos actuando según planes en el mundo, impulsados
por nuestros intereses vitales. A las situaciones límites reaccionamos, en
cambio, ya velándolas, ya, cuando nos damos cuenta realmente de ellas, con la
desesperación y con la reconstitución: Llegamos a ser nosotros mismos en una
transformación de la conciencia de nuestro ser.
Actividad:
1) ¿Qué entiende Jaspers por origen
de la filosofía? Describa cada uno.
2) Busque al menos una imagen a
modo de representar cada origen del filosofar y explique la asociación.
Parte IV - “Problema Filosófico”.
¿Qué es un problema filosófico? ¿En que se diferencia
del resto de los problemas?
Si no sabemos qué es filosofía ¿Cómo vamos a
encontrar problemas filosóficos?
En principio debemos decir
que un problema (en general) es una interrogante para la que no tenemos aún una
respuesta satisfactoria.
Para que un problema sea
filosófico:
Ø
Debe se un problema significativo para todos los seres
humanos, es decir, no puede ser un problema privado ni trivial.
Ø
Por lo tanto son
problemas que nunca pasan de moda: interesaron, interesan y seguirán
interesando a personas de cualquier época, raza cultura o lugar. Son problemas
permanentes y universales.
Ø
Las respuestas a
esos problemas no es mera información, sino que influyen en las elecciones de
las personas y modifican la vida de las mismas.
Ø
Algunos parecen
no tener solución, o no tener una solución precisa, comprobable o inmediata.
Algunas pistas entorno a lo que nos estamos
refiriendo:
“A ver, ¿Qué te dolería más,
perder el celular o perder una amistad? ¿Y si esto fuese por un robo o una
traición? ¿Hay alguien en el planeta al que le guste que lo roben o traicionen?
Pregunta al resto del grupo o en la calle al primero que se te cruces. ¿Hay
alguien en el planeta al que le encante que le mientan?, ¿o qué este deseando
que pisoteen su libertad?, ¿o que ante la alternativa “el dinero o la vida”,
elijan que le peguen un tiro?, ¿o preferiría estar enfermo a estar sano?, ¿o le
de lo mismo la violencia que la ternura, o la inseguridad que la seguridad?
Sigue tú”.
Amistad, lealtad, verdad,
libertad, vida, salud, ternura, seguridad nadie es indiferente a estas
realidades.
Actividad 1: Continúa el texto precedente pensando preferencias
u opciones del ser humano sobre “las que no tenemos dudas”.
Actitud filosófica.
Según Julián Marías “El que
tiene la vivencia de la filosofía, el que vive el problema filosófico cómo tal
problema; el que siente la necesidad de saber a qué atenerse e intenta poner
las cosas en claro, aunque no se le ocurra ninguna idea nueva, aunque repiense
un sistema ya existente, aunque no añada ninguna tesis propia, (…), esta
haciendo filosofía, se está comportando filosóficamente.”
Actividad 3: Expresa con tus palabras según el texto de Julián
María ¿cuál es la actitud del filósofo?
Parte V - Introducción “Ramas de
la filosofía”.
Ramas de la Filosofía
|
Objeto de estudio
|
Interrogantes filosóficas.
|
Antropología filosófica
(anthropos: hombre)
|
El hombre
considerado como totalidad y su lugar en el universo.
|
|
Estética
(aisthesis: sensación)
|
El valor belleza,
su naturaleza, su relación con los otros valores y con la actividad
artística.
|
|
Ética
(ethos: costumbre)
|
El valor bien,
su naturaleza, su relación con los otros valores y con normas morales que
rigen las actividades humanas.
|
|
Gnoseología o teoría del conocimiento.
(gnosis: conocimiento)
|
El problema del conocimiento,
su esencia, su origen, sus límites.
|
|
Lógica
(organon: instrumento)
|
Los métodos y principios para determinar si un razonamiento es el correcto o no lo
es.
|
|
Metafísica: a) general
|
El problema del ser:
las relaciones entre esencia y existencia, los principios ontológicos
fundamentales de la realidad.
|
|
|
Dios, alma y
universo (considerado como totalidad)
|
|
Filosofía del lenguaje
|
Origen, esencia, forma (estructura) del lenguaje y su relación con el
pensamiento y la realidad.
|
|
Filosofía de la ciencia o Epistemología.
(episteme: ciencia)
|
Versa sobre los problemas entorno a los fundamentos de las
distintas ciencias, sus métodos y
el valor de la ciencia como actividad humana.
|
|
Filosofía de la historia
|
El sentido y la finalidad del desarrollo histórico.
|
|
Filosofía del derecho
|
Sobre el fundamento de las normas jurídicas y su relación con el valor de la justicia.
|
|
Filosofía política
|
Origen, valor y esencia del Estado analizando no solo sus formas concretas de organización
sino también sus formas posibles (Estados ideales o utopías)
|
|
Actividad: Complete el rectángulo “Interrogantes
filosóficas” utilizando la lista elaborada la clase precedente.
Parte VI
Reflexión entorno a ¿Qué
entendemos por filosofía? Desde el programa Mentira la Verdad , Cáp. La Filosofía.
Unidad
I – Gnoseología.
¿Podemos conocer?
¿Existe un mundo real y objetivo independiente de nuestra percepción? ¿Los
sentidos son una fuente confiable de conocimiento? ¿Los saberes se clasifican?
¿Cuál es el criterio para tal clasificación? ¿Cuál es el status del
conocimiento artístico? ¿Qué plantea en la actualidad la Neurociencia entorno
a estas interrogantes? ¿Cuál es la vigencia de las reflexiones filosóficas de
Platón y de Aristóteles?.
Platón: “Alegoría de la
caverna”.[3]
(Diálogo entre Sócrates y
Glaucón).
--Ahora, continué,
imagínate nuestra naturaleza, por lo que se refiere a la ciencia, y a la
ignorancia, mediante la siguiente escena. Imagina unos hombres en una
habitación subterránea en forma de caverna con una gran abertura del lado de la
luz. Se encuentran en ella desde su niñez, sujetos por cadenas que les
inmovilizan las piernas y el cuello, de tal manera que no pueden ni cambiar de
sitio ni volver la cabeza, y no ven más que lo que está delante de ellos. La
luz les viene de un fuego encendido a una cierta distancia detrás de ellos
sobre una eminencia del terreno. Entre ese fuego y los prisioneros, hay un
camino elevado, a lo largo del cual debes imaginar un pequeño muro semejante a
las barreras que los ilusionistas levantan entre ellos y los espectadores y por
encima de las cuales muestran sus prodigios.
--Ya lo veo, dijo.
--Piensa ahora que a
lo largo de este muro unos hombres llevan objetos de todas clases, figuras de
hombres y de animales de madera o de piedra, v de mil formas distintas, de
manera que aparecen por encima del muro. Y naturalmente entre los hombres que
pasan, unos hablan y otros no dicen nada.
--Es esta una extraña
escena y unos extraños prisioneros, dijo.
--Se parecen a
nosotros, respondí. Y ante todo, ¿crees que en esta situación verán otra cosa
de sí mismos y de los que están a su lado que unas sombras proyectadas por la
luz del fuego sobre el fondo de la caverna que está frente a ellos.
--No, puesto que se
ven forzados a mantener toda su vida la cabeza inmóvil.
--¿Y no ocurre lo
mismo con los objetos que pasan por detrás de ellos?
--Sin duda.
--Y si estos hombres
pudiesen conversar entre sí, ¿no crees que creerían nombrar a las cosas en sí
nombrando las sombras que ven pasar?
--Necesariamente.
--Y si hubiese un eco
que devolviese los sonidos desde el fondo de la prisión, cada vez que hablase
uno de los que pasan, ¿no creerían que oyen hablar a la sombra misma que pasa
ante sus ojos?
--Sí, por Zeus,
exclamó.
--En resumen, ¿estos
prisioneros no atribuirán realidad más que a estas sombras?
--Es inevitable.
--Supongamos ahora que
se les libre de sus cadenas y se les cure de su error; mira lo que resultaría
naturalmente de la nueva situación en que vamos a colocarlos. Liberamos a uno
de estos prisioneros. Le obligamos a levantarse, a volver la cabeza, a andar y
a mirar hacia el lado de la luz: no podrá hacer nada de esto sin sufrir, y el
deslumbramiento le impedirá distinguir los objetos cuyas sombras antes veía. Te
pregunto qué podrá responder si alguien le dice que hasta entonces sólo había
contemplado sombras vanas, pero que ahora, más cerca de la realidad y vuelto hacia
objetos más reales, ve con más perfección; y si por último, mostrándole cada
objeto a medida que pasa, se le obligase a fuerza de preguntas a decir qué es,
¿no crees que se encontrará en un apuro, y que le parecerá más verdadero lo que
veía antes que lo que ahora le muestran?
--Sin duda, dijo.
--Y si se le obliga a
mirar la misma luz, ¿no se le dañarían los ojos? ¿No apartará su mirada de ella
para dirigirla a esas sombras que mira sin esfuerzo? ¿No creerá que estas
sombras son realmente más visibles que los objetos que le enseñan?
--Seguramente.
--Y si ahora lo
arrancamos de su caverna a viva fuerza y lo llevamos por el sendero áspero y
escarpado hasta la claridad del sol, ¿esta violencia no provocará sus quejas y
su cólera? Y cuando esté ya a pleno sol, deslumbrado por su resplandor, ¿podrá
ver alguno de los objetos que llamamos verdaderos?
--No podrá, al menos
los primeros instantes.
--Sus ojos deberán
acostumbrarse poco a poco a esta región superior. Lo que más fácilmente verá al
principio serán las sombras, después las imágenes de los hombres y de los demás
objetos reflejadas en las aguas, y por último los objetos mismos. De ahí
dirigirá sus miradas al cielo, y soportará más fácilmente la vista del cielo
durante la noche, cuando contemple la luna y las estrellas, que durante el día
el sol y su resplandor.
--Así lo creo.
--Y creo que al fin
podrá no sólo ver al sol reflejado en las aguas o en cualquier otra parte, sino
contemplarlo a él mismo en su verdadero asiento.
--Indudablemente.
--Después de esto,
poniéndose a pensar, llegará a la conclusión de que el sol produce las
estaciones y los años, lo gobierna todo en el mundo visible y es en cierto modo
la causa de lo que ellos veían en la caverna.
--Es evidente que
llegará a esta conclusión siguiendo estos pasos.
--Y al acordarse
entonces de su primera habitación y de sus conocimientos allí y de sus
compañeros de cautiverio, ¿no se sentirá feliz por su cambio y no compadecerá a
los otros? Ciertamente.
--Y si en su vida
anterior hubiese habido honores, alabanzas, recompensas públicas establecidas
entre ellos para aquel que observase mejor las sombras a su paso, que recordase
mejor en qué orden acostumbran a precederse, a seguirse o a aparecer juntas y
que por ello fuese el más hábil en pronosticar su aparición, ¿crees que el
hombre de que hablamos sentiría nostalgia de estas distinciones, y envidiaría a
los más señalados por sus honores o autoridad entre sus compañeros de
cautiverio? ¿.No crees más bien que será como el héroe de Homero y preferirá mil
veces no ser más «que un mozo de labranza al servicio de un pobre campesino» y
sufrir todos los males posibles antes que volver a su primera ilusión y vivir
como vivía?
--No dudo que estaría
dispuesto a sufrirlo todo antes que vivir como anteriormente.
--Imagina ahora que
este hombre vuelva a la caverna y se siente en su antiguo lugar. ¿No se le
quedarían los ojos como cegados por este paso súbito a la obscuridad?
--Sí, no hay duda.
--Y si, mientras su
vista aún está confusa, antes de que sus ojos se hayan acomodado de nuevo a la
obscuridad, tuviese que dar su opinión sobre estas sombras y discutir sobre
ellas con sus compañeros que no han abandonado el cautiverio, ¿no les daría que
reír? ¿No dirán que por haber subido al exterior ha perdido la vista, y no vale
la pena intentar la ascensión? Y si alguien intentase desatarlos y llevarlos
allí, ¿no lo matarían, si pudiesen cogerlo y matarlo?
--Es muy probable.
--Ésta es
precisamente, mi querido Glaucón, la imagen de nuestra condición. La caverna
subterránea es el mundo visible. El fuego que la ilumina, es la luz del sol.
Este prisionero que sube a la región superior y contempla sus maravillas, es el
alma que se eleva al mundo inteligible. Esto es lo que yo pienso, ya que
quieres conocerlo; sólo Dios sabe si es verdad. En todo caso, yo creo que en
los últimos límites del mundo inteligible está la idea del bien, que percibimos
con dificultad, pero que no podemos contemplar sin concluir que ella es la
causa de todo lo bello y bueno que existe. Que en el mundo visible es ella la
que produce la luz y el astro de la que procede. Que en el mundo inteligible es
ella también la que produce la verdad y la inteligencia. Y por último que es
necesario mantener los ojos fijos en esta idea para conducirse con sabiduría, tanto
en la vida privada como en la pública.Yo también lo veo de esta manera, dijo,
hasta el punto de que puedo seguirte. [. . .]
--Por tanto, si todo
esto es verdadero, dije yo, hemos de llegar a la conclusión de que la ciencia
no se aprende del modo que algunos pretenden. Afirman que pueden hacerla entrar
en el alma en donde no está, casi lo mismo que si diesen la vista a unos ojos
ciegos.
--Así dicen, en
efecto, dijo Glaucón.
--Ahora bien, lo que
hemos dicho supone al contrario que toda alma posee la facultad de aprender, un
órgano de la ciencia; y que, como unos ojos que no pudiesen volverse hacia la
luz si no girase también el cuerpo entero, el órgano de la inteligencia debe
volverse con el alma entera desde la visión de lo que nace hasta la contemplación
de lo que es y lo que hay más luminoso en el ser; y a esto hemos llamado el
bien, ¿no es así?
--Sí.
--Todo el arte,
continué, consiste pues en buscar la manera más fácil y eficaz con que el alma
pueda realizar la conversión que debe hacer. No se trata de darle la facultad
de ver, ya la tiene. Pero su órgano no está dirigido en la buena dirección, no
mira hacia donde debiera: esto es lo que se debe corregir.
--Así parece, dijo
Glaucón.
__________________________________________________
Platón: “Alegoría de la
línea”.[4]
[...]
--Toma, pues, una
línea que esté cortada en dos segmentos desiguales y vuelve a cortar cada uno
de los segmentos, el del género visible y el del inteligible, siguiendo la
misma proporción. Entonces tendrás, clasificados según la mayor claridad u
oscuridad de cada uno: en el mundo visible, un primer segmento, el de las
imágenes. Llamo, imágenes ante todo a las sombras, y en segundo lugar, a las
figuras que se forman en el agua y en todo lo que es compacto, pulido y
brillante, y a otras cosas semejantes, Si es que me entiendes.
--Sí que te entiendo.
--En el segundo pon
aquello de lo cual esto es imagen: los animales que nos rodean, todas las
plantas y el género entero de las cosas fabricadas.
--Lo pongo-- dijo.
--¿Accederías acaso
--dije yo-- a reconocer que lo visible se divide, en proporción a la verdad o a
la carencia de ella, de modo que la imagen se halle, con respecto a aquello que
imita, en la misma relación en que lo opinado con respecto a lo conocido?
--Desde luego que
accedo-- dijo.
--Considera, pues,
ahora de qué modo hay que dividir el segmento de lo inteligible.
--¿Cómo?
--De modo que el alma
se vea obligada a buscar la una de las partes sirviéndose, como de imágenes, de
aquellas cosas que antes eran imitadas, partiendo de hipótesis y encaminándose
así, no hacia el principio, sino hacia la conclusión; y la segunda, partiendo
también de una hipótesis, pero para llegar a un principio no hipotético y
llevando a cabo su investigación con la sola ayuda de las ideas tomadas en sí mismas
y sin valerse de las imágenes a que en la búsqueda de aquello recurría.
--No he comprendido de
modo suficiente --dijo-- eso de que hablas.
--Pues lo diré otra
vez contesté. Y lo entenderás mejor después del siguiente preámbulo. Creo que
sabes que quienes se ocupan de geometría, aritmética y otros estudios
similares, dan por supuestos los números impares y pares, las figuras, tres
clases de ángulos y otras cosas emparentadas con éstas y distintas en cada
caso; las adoptan como hipótesis, procediendo igual que si las conocieran, y no
se creen ya en el deber de dar ninguna explicación ni a sí mismos ni a los
demás con respecto a lo que consideran como evidente para todos, y de ahí es de
donde parten las sucesivas y consecuentes deducciones que les llevan finalmente
a aquello cuya investigación se proponían.
--Sé perfectamente
todo eso --dijo--.
--¿Y no sabes también
que se sirven de figuras visibles acerca de las cuales discurren, pero no
pensando en ellas mismas, sino en aquello a que ellas se parecen, discurriendo,
por ejemplo, acerca del cuadrado en sí y de su diagonal, pero no acerca del que
ellos dibujan, e igualmente en los demás casos; y que así, las cosas modeladas
y trazadas por ellos, de que son imágenes las sombras y reflejos producidos en
el agua, las emplean, de modo que sean a su vez imágenes, en su deseo de ver
aquellas cosas en sí que no pueden ser vistas de otra manera sino por medio del
pensamiento?
--Tienes razón
--dijo--.
--Y así, de esta clase
de objetos decía yo que era inteligible, pero que en su investigación se ve el
alma obligada a servirse de hipótesis y, como no puede remontarse por encima de
éstas, no se encamina al principio, sino que usa como imágenes aquellos mismos
objetos, imitados a su vez por los de abajo, que, por comparación con éstos,
son también ellos estimados y honrados como cosas palpables.
--Ya comprendo
--dijo--; te refieres a lo que se hace en geometría y en las ciencias afines a
ella.
--Pues bien, aprende
ahora que sitúo en el segundo segmento de la región inteligible aquello a que
alcanza por sí misma la razón valiéndose del poder dialéctico y considerando
las hipótesis no como principios, sino como verdaderas hipótesis, es decir,
peldaños y trampolines que la eleven hasta lo no hipotético, hasta el principio
de todo; y una vez haya llegado a éste, irá pasando de una a otra de las
deducciones que de él dependen hasta que, de ese modo, descienda a la
conclusión sin recurrir en absoluto a nada sensible, antes bien, usando
solamente de las ideas tomadas en sí mismas, pasando de una a otra y terminando
en las ideas.
--Ya me doy cuenta
--dijo--, aunque no perfectamente, pues me parece muy grande la empresa a que
te refieres, de que lo que intentas es dejar sentado que es más clara la visión
del ser y de lo inteligible que proporciona la ciencia dialéctica que la que
proporcionan las llamadas artes, a las cuales sirven de principios las
hipótesis; pues aunque quienes las estudian se ven obligados a contemplar los
objetos por medio del pensamiento y no de los sentidos, sin embargo, como no
investigan remontándose al principio, sino partiendo de hipótesis, por eso te
parece a ti que no adquieren conocimiento de esos objetos que son, empero,
inteligibles cuando están en relación con un principio. Y creo también que a la
operación de los geómetras y demás la llama pensamiento, pero no conocimiento,
porque el pensamiento es algo que está entre la simple creencia y el
conocimiento.
--Lo has entendido
--dije-- con toda perfección. Ahora aplícame a los cuatro segmentos estas cuatro
operaciones que realiza el alma: la inteligencia, al más elevado; el
pensamiento, al segundo; al tercero dale la creencia y al último la
imaginación; y ponlos en orden, considerando que cada uno de ellos participa
tanto más de la claridad cuanto más participen de la verdad los objetos a que
se aplica.
--Ya lo comprendo
--dijo--; estoy de acuerdo y los ordeno como dices.
__________________________________________________
Platón: “Teoría
de las ideas”
Selección
de Obra “Hipias Mayor”, 287c-d.
Sócrates. --¡Ay, qué
bien hablas! Pero, puesto que tú me animas, me voy a convertir lo más posible
en este hombre y voy a intentar preguntarte. Porque si tú le expusieras a él
este discurso que dices sobre las ocupaciones bellas, te escucharía y, en
cuanto terminaras de hablar, no te preguntaría más que sobre lo bello, pues
tiene esta costumbre, y te diría: Extranjero de Elis, dime, por favor, ¿los que
son justos no lo son por la justicia? Ten la bondad de responderme, Hipias.
Hipias. --Responderé
que es por la justicia.
--¿Y la justicia no es
algo en sí misma?
--Sin duda.
--Igualmente, ¿no son
sabios los sabios por la sabiduría, y todo lo que es bueno, no lo es por el
bien?
--¿Cómo podría ser de
otro modo?
--¿Y son éstas cosas
reales? ¿No lo negarás, sin duda?
--Sí, son reales.
--Y todas las cosas
bellas, ¿no son bellas también por la belleza?
--Sí, por la belleza.
--Que es una cosa
real.
--Real sin duda.
Selección
de “Fedón”, l00a-c.
--Voy a explicarme más
claramente, dijo Sócrates, pues creo que aún no me comprendes.
--No, por Zeus, dijo
Cebes, no te comprendo muy bien.
--Sin embargo, dijo
Sócrates, no digo nada nuevo, nada que no haya dicho en mil ocasiones. Para
explicarte el método que he utilizado en la búsqueda de las causas, vuelvo
primero a lo que tanto he repetido. Así pues digo que existe una belleza en sí
y por sí, un bien, una grandeza, y así todo lo demás. Si me concedes la
existencia de estas cosas, espero demostrarte por medio de ellas por qué el
alma es inmortal.
--Te lo concedo, dijo
Cebes, no podrías acabar pronto tu demostración.
--Fíjate bien en lo
que va a seguir, y ve si no estás de acuerdo conmigo. Me parece que si hay
alguna cosa bella, además de lo bello en sí, sólo puede ser bella porque
participa en esta misma belleza; y así todas las demás cosas. ¿Me concedes esta
causa? Sí, te la concedo.
--Entonces, no
comprendo todas estas otras causas sabias. Si alguien me dice que lo que hace
que una cosa sea bella, es la vivacidad de sus colores o la proporción de sus
partes, o cualquier otra cosa semejante, dejo de lado todas estas razones que
no hacen más que ofuscarme, y respondo sin ceremonia y sin arte, y tal vez
demasiado simplemente, que nada la hace bella sino la presencia o la
comunicación de esta belleza en sí, sea cual fuere el modo cómo esta
comunicación se produzca. Pues yo no afirmo nada después de esto. Afirmo
solamente que es por la belleza que son bellas todas las cosas bellas. Mientras
me mantenga en este principio, no creo que pueda equivocarme, y estoy
persuadido de que puedo responder con toda seguridad que las cosas bellas son
bellas por la presencia de la belleza. ¿No te parece así también?
--Perfectamente.
--Del mismo modo, ¿no
son grandes las cosas grandes por la grandeza, y las pequeñas no lo son por la
pequeñez?
--Sí.
Selección
de “República”, 507a_c.
--Primero es
necesario, dije yo, que nos pongamos de acuerdo y os recuerdo lo que ya se ha
dicho tantas veces.
--¿Y qué es?,
preguntó.
--Hay muchas cosas
bellas, y muchas buenas, e igualmente otras cuya existencia afirmamos y que
distinguimos por el lenguaje.
--Sí, en efecto.
--Afirmamos también la
existencia de lo bello en sí, del bien en sí, e igualmente, para todas las
cosas que decimos múltiples afirmamos que a cada una corresponde una idea que
es única y que llamamos su esencia.
--Es verdad.
--Y decimos de las
cosas múltiples que son objeto de los sentidos, no del espíritu, mientras que
las ideas son el objeto del espíritu, no de los sentidos.
--Perfectamente.
Concepto de
Realismo.[5]
(Del latín realis, de res,
cosa, objeto, realidad) Creencia en que existe un mundo externo (realismo
ontológico) y que puede ser conocido (realismo epistemológico). Estas tesis
pueden son una simple afirmación ingenua y acrítica, si no se fundamentan más que en la aparente evidencia
de los sentidos (realismo ingenuo) o bien incluyen una fundamentación más o
menos crítica. El realismo filosófico sostiene con argumentos la existencia de
un mundo real independiente del pensamiento y de la experiencia, pero no afirma
que percibamos el mundo tal como es en realidad. Es, pues, ante todo, una
afirmación de tipo ontológico (acerca de que las cosas son), que implica una
determinada teoría del conocimiento, así como una teoría sobre la percepción
(acerca de que las cosas no son tal como aparecen).
Arte y Realismo.
Tendencia artística
europea que se enmarca, aproximadamente, en la segunda mitad del siglo XIX y
que aspira a reflejar la realidad cotidiana de modo objetivo. La burguesía
revolucionaria que impulsó el movimiento romántico se convierte en la clase
social dominadora y tiende hacia postulados más conservadores, imponiendo una
nueva visión de la vida y del ser humano.
El realismo surge
después de la revolución francesa de 1848. El desencanto por los fracasos
revolucionarios hace que el arte abandone los temas políticos y se concentre en
temas sociales.
El Realismo es un
estilo que refleja la realidad histórica y que no copia objetos mitológicos,
religiosos o alegóricos. Su fidelidad al detalle lo diferencia de la
glorificación idealizadora romántica, y su concentración en los rasgos
esenciales y típicos de los caracteres, situaciones y acciones lo distingue del
reflejo de la realidad en sentido naturalista o fotográfico.
La meta del realismo no
es la belleza, sino la verdad, y por tanto, el conocimiento de la realidad.
La mirada del autor se
desplaza de lo pintoresco a lo cotidiano, abandonando la evocación del pasado.
Lo escandaloso de los
realistas está en los temas, la manera que tienen de afrontar la realidad ya
que la técnica es más tradicional. Se niegan a idealizar las imágenes y el
hombre aparece en sus tareas normales.
El concepto de realismo
ofrece una amplitud significativa difícil de precisar en sus límites, pues la
captación de la realidad inmediata y su plasmación en una obra es una tendencia
que recorre toda la historia del arte.
-
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El hiperrealismo es una tendencia radical de la pintura realista surgida en Estados Unidos a finales de
los años 1960 que
propone reproducir la realidad con más fidelidad y objetividad que la
fotografía. A veces se confunde con el fotorrealismo que es menos radical.
El término hiperrealismo es también aplicable a la escultura y
los comics (Luis García, Alex Ross, etc).
Realismo e
Hiperrealismo.
Arte como reflejo
de lo real.
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Actividad entorno
al planteo de Platón.
- ¿Podemos conocer? Justifica tu respuesta
con lo trabajado entorno a Platón.
- ¿Existe un mundo real y objetivo
independiente de nuestra percepción? ¿Cuáles son sus características?
- ¿Los sentidos son una fuente confiable de
conocimiento?
- ¿Los saberes se clasifican? ¿Cuál es el
criterio para tal clasificación?
- ¿Cuál es el status del conocimiento
artístico?
- ¿Qué caracteriza al filósofo? ¿Un pintor
realista es un filósofo? ¿Y un hiperrealista?
Desde Platón a la Neurociencia.
“(…) La
percepción se entiende habitualmente como el proceso cognitivo inicial por el
que se construye conocimiento –creencias perceptivas – incitado y fundamentado
en nuestro entorno más contiguo. Desde la neurociencia tradicional, se mantiene
una tesis ‘realista’, en el sentido de que necesitamos contar con un mundo
externo a la mente, con una realidad física, objetivo de la percepción. Según
una definición dogmática del realismo, los objetos externos y sus propiedades
existen con independencia del perceptor, incluso cuando no son percibidos por
nadie. En general, también asumimos, en la mayoría de casos, la ‘validez’ de
las consecuencias perceptivas, esto es, se adopta la idea de que no existen
errores generalizados de ajuste entre las percepciones y sus causas físicas o,
en otras palabras, la ‘realidad física’. Queremos llamar la atención sobre la
ambigüedad que supone utilizar en este contexto la palabra realidad, puesto que
entendemos, en la línea de Descartes, que la realidad más inmediata es la que
obra en nuestras percepciones, en nuestros pensamientos, una ‘realidad
psíquica’ sin duda distinta a la mencionada ‘realidad física’, posterior o
previa una a la otra, según la perspectiva que adoptemos.
El realismo tiene dos versiones. El
‘realismo directo’ defiende que el perceptor capta directa e inmediatamente los
objetos y sus propiedades. El ‘realismo indirecto’ defiende procesos mediadores
y afirma que uno de los motivos por los cuales percibimos los objetos y sus
propiedades es el concurso de estos mediadores. Este posicionamiento del
‘realismo indirecto’, en la mayoría de los casos, también asume una idea
representacionalista de la mente. Entonces se plantea una cuestión nada
trivial: ¿qué entendemos por representación? La respuesta más lineal a esa
pregunta viene desde su etimología: ‘re-presentar’, volver a presentar. Cuando
es ésa la respuesta, nos imaginamos una cierta reproducción o copia del objeto o
de la configuración estimular. Esa idea de la reproducción o de la copia lleva
a otras preguntas, ¿Cómo es esa ‘copia’? ¿Guarda información de todas las
características del objeto? Bien sabemos que no, pero ¿Qué se consigue con esa
copia? (…)
No obstante, ¿cómo sabemos que los
atributos que aparecen en la representación se ajustan a los de los objetos
percibidos?
(…)Una de las posibles vías de
‘medir’ esa información es a través de nuestra interacción con el entorno,
fruto de nuestras capacidades motrices y de los procedimientos de manipulación
que ejercemos sobre los objetos. (…).
(…) Un inconveniente que se plantea
en el paradigma ‘percepción para la acción’ es el que deriva de la pregunta
¿qué pasa con un tetrapléjico de nacimiento, o con un niño que nace sin manos,
o con otro que lo hace con tetania congénita debido a una enfermedad
neuromuscular? Francamente no lo sabemos, aunque puede que su percepción no sea
como la nuestra, como sugieren bastantes trabajos, tanto procedentes de la
neuropsicología experimental como de la aplicación de las técnicas de
neuroimagen.
De todos modos, cabe tener presente
que esos casos suelen conservar intacta una acción esencial para la percepción
humana, y que bien ha merecido un papel predominante en el estudio de la atención:
nos referimos a los movimientos oculares.
¿Y si, en esos pacientes, los
movimientos oculares supliesen de alguna forma el papel que juega normalmente
nuestro amplio repertorio motor? ¿Sucede algo parecido, pero a la inversa, con
un ciego de nacimiento, que sigue ‘actuando’ (aunque de forma cuantitativa y
cualitativamente distinta a los videntes o ex videntes), pese a que lo hace
‘sustituyendo’ el código visual por el procedente de otros sentidos?
(…) Es precisamente allí, en la
retina, donde los objetos del mundo exterior proyectan su pauta particular de
cargas eléctricas oscilantes, formando lo que relativamente podemos llamar un
estímulo proximal, una imagen sobre la que cabe pensar que posee
características ciertamente distintas a las del estímulo distal –el que forma
el objeto en sí–, en el cual se origina, pese a que presuntamente la
correlación entre ambos debe ser notable.
Téngase en cuenta que el estímulo
distal en sí mismo puede resultar incognoscible para el sujeto, ya que sólo
podemos conocer sus efectos. En otras palabras, las características que
conocemos del estímulo distal son las que provienen de la interacción
(fundamentalmente motora) que hemos mantenido con el mundo físico.
Un claro ejemplo que ilustra la
diferencia entre la imagen retiniana y el objeto que la origina se deduce del
putativo carácter tridimensional de los objetos del mundo físico, una
tridimensionalidad que no puede plasmarse en una imagen proyectada sobre un
plano bidimensional como el retiniano. Así pues, nuestra visión se enfrenta a
ciertas restricciones que se imponen desde la propia anatomía del ojo humano.
De hecho, todo sistema biológico impone unas limitaciones en el procesamiento
de la información que lleva a cabo, que no son sino producto de las características de su propia estructura y
funcionalidad.
(…)”[6]
Actividad
– Neurociencia.
A - ¿Qué
plantea en la actualidad la
Neurociencia entorno a: ¿Cómo conocemos? ¿El sujeto puede
captar el mundo tal cual es? ¿Todos percibimos lo mismo?
B - ¿Cuál
es la vigencia de las reflexiones filosóficas de Platón y de Aristóteles?
La imagen que se proyecta en nuestras retinas
poco tiene que ver con el mundo que percibimos
…y que necesitamos percibir para sobrevivir
…y que necesitamos percibir para sobrevivir

Transformación
física de la imagen
Objeto físico

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Características de la imagen retiniana de una silla
•
“al revés” de la mayoría de las sillas que conocemos..o en
las cuales nos hemos sentado.
•
más chiquita que lo que sabemos del tamaño
real de la mayoría de las sillas que conocemos
•
imagen plana de la silla, sin
tridimensionalidad
•
imagen borrosa de la silla (por los
movimientos de los ojos)
Aristóteles.
¿Qué agrega Aristóteles a
las preguntas que guían esta unidad entorno a la reflexión sobre el
conocimiento?.
“Todos los hombres
desean por naturaleza saber. Así lo indica el amor a los sentidos; pues, al
margen de su utilidad, son amados a causa de sí mismos, y el que más de todos,
el de la vista. En efecto, no sólo para obrar, sino también cuando no pensamos
hacer nada, preferimos la vista, por decirlo así, a todos los otros. Y la causa
en que, de los sentidos, éste es el que nos hace conocer más, y nos muestra
muchas diferencias.
Por naturaleza,
los animales nacen dotados de sensación; pero ésta no engendra en algunos la
memoria, mientras que en otros sí. Y por uso de éstos son más prudentes y más
aptos para aprender que los que no pueden recordar; son prudentes sin aprender
los incapaces de oír los sonidos (como la abeja y otros animales semejantes, si
los hay); aprenden, en cambio, los que, además de memoria, tienen este sentido.
Los demás animales
viven con imágenes y recuerdos, y participan poco de la experiencia. Pero el
género humano dispone del arte y del razonamiento. Y del recuerdo nace para los
hombres la experiencia, pues muchos recuerdos de la misma cosa llegan a
constituir una experiencia. Y la experiencia parece, en cierto modo, semejante
a la ciencia y al arte, pero la ciencia y el arte llegan a los hombres a través
de la experiencia.
Pues la
experiencia hizo el arte como dice Polo, y la inexperiencia el azar. Nace el
arte cuando de muchas observaciones experimentales surge una noción universal
sobre los casos semejantes. Pues tener la noción de que a Calias, afectado por
tal enfermedad, le fue bien tal remedio, y lo mismo a Sócrates y a otros muchos
considerados individualmente, es propio de la experiencia; pero saber que fue
provechoso a todos los individuos de tal constitución, agrupados en una misma
clase y afectados por tal enfermedad, por ejemplo a los flemáticos, a los
biliosos o a los calenturientos, corresponde al arte.
Pues bien, para la
vida práctica, la experiencia no parece ser en nada inferior al arte, sino que
incluso tienen más éxito los expertos que los que, sin experiencia, poseen el
conocimiento de las cosas singulares, y el arte, de la universales; y todas las
acciones y generaciones se refieren a lo singular. No es al hombre,
efectivamente, a quien sana el médico, a no ser accidentalmente, sino a Calias
o a Sócrates, o a otro de los así llamados, que, además, es hombre. Por
consiguiente, si alguien tiene, sin la experiencia, el conocimiento teórico, y
sabe lo universal pero ignora su contenido singular, errará muchas veces en la
curación, pues es lo singular lo que puede ser curado.
Creemos, sin
embargo, que el saber y el entender pertenecen más al arte que a la experiencia,
y consideramos más sabios a los conocedores del arte que a los expertos,
pensando que la sabiduría corresponde en todos al saber. Y esto, porque unos
saben la causa, y los otros no. Pues los expertos saben el qué, pero no el
porqué. Aquellos, en cambio, conocen el porqué y la causa. Por eso a los jefes
de obras los consideramos en cada caso más valiosos, y pensamos que entienden
más y son más sabios que los simples operarios, porque saben las causas de lo
que se está haciendo; éstos, en cambio, como algunos seres inanimados, hacen
sí, pero hacen sin saber lo que hacen, del mismo modo que quema el fuego. Los
seres inanimados hacen estas operaciones por cierto impulso natural, y los
operarios, por costumbre. Así, pues, no consideramos a los jefes de obras más
sabios por su habilidad práctica, sino por su dominio de la teoría y su
conocimiento de las causas. En definitiva, lo que distingue al sabio del
ignorante es el poder enseñar, y por esto consideramos que el arte es más
ciencia que la experiencia, pues aquellos pueden y éstos no pueden enseñar.
Además, de las
sensaciones, no consideramos que ninguna sea sabiduría, aunque éstas son las
cogniciones más autorizadas de los objetos singulares; pero no dicen el porqué
de nada; por ejemplo, por qué es caliente el fuego, sino tan sólo que es
caliente.
Es, pues, natural
que quien en los primeros tiempos inventó un arte cualquiera, separado de las
sensaciones comunes, fuese admirado por los hombres, no sólo por la utilidad de
alguno de los inventos, sino como sabio y diferente de los otros, y que, al
inventarse muchas artes, orientadas unas a las necesidades de la vida y otras a
lo que la adorna, siempre fuesen considerados más sabios los inventores de
éstas que los de aquéllas, porque sus ciencias no buscaban la utilidad. De aquí
que, constituidas ya todas estas artes, fueran descubiertas las ciencias que no
se ordenan al placer ni a lo necesario; y lo fueron primero donde primero
tuvieron lugar los hombres. Por eso las artes matemáticas nacieron en Egipto,
pues allí disfrutaba de ocio la casta sacerdotal.
Hemos
dicho en la Ética cual es la diferencia entre el arte, la ciencia y los demás
conocimientos del mismo género. Lo que ahora queremos decir es esto: que la
llamada Sabiduría versa, en opinión de todos, sobre las primeras causas y sobre
los principios. De suerte que, según dijimos antes, el experto nos parece más
sabio que los que tienen una sensación cualquiera, y el poseedor de un arte,
más sabio que los expertos, y el jefe de una obra, más que un simple operario,
y los conocimientos teóricos, más que los prácticos. Resulta, pues, evidente
que la Sabiduría
es una ciencia sobre ciertos principios y causas.[7]
Cuestionario de selección de la metafísica.
- ¿Que valoración realiza Aristóteles a los sentidos?
- ¿De qué manera Aristóteles diferencia a los animales entre si y al hombre?
- ¿Cómo nace el arte? ¿De qué otros saberes se diferencia?
- Caracterice al ignorante, al experto y al sabio. Brinde ejemplos.
- ¿Para qué es útil el saber sensible (experiencia)? ¿Platón opina lo mismo?
- ¿Qué relación guarda el artista entono a la ciencia y la ignorancia?
- ¿Cómo clasifica a las artes Aristóteles? Ejemplifique.
Poética.
Capitulo I.
“Como nuestro tema
es la poética nos proponemos hablar no sólo de la poética misma sino también de
sus especies y sus respectivas características, de la trama requerida para
componer un bello poema, del número y la naturaleza de las partes constitutivas
de un poema y también de los restantes aspectos que atañen a la misma
investigación.
Hemos de seguir,
pues el orden natural y comenzar con los primeros hechos.
La epopeya y la
poesía trágica, como asimismo la comedia, el ditirambo y, en su mayor parte, el
arte de tocar la flauta y la cítara, son todos imitaciones si se los considera
de manera general. Pero, al mismo tiempo difieren entre sí de tres maneras ya
por la diferencia de clase en sus medios, o en los objetos, o en la manera de
sus imitaciones.
Puesto que el
color y la forma se usan corno medios por quienes (bien por el arte o la práctica
constante) imitan y dibujan diversos objetos mediante su ayuda, y la voz es
empleada por otros, así también en el grupo de artes mencionado, los medios
para ellos son, en general, el lenguaje y la armonía, empleados bien
simplemente o en determinadas combinaciones. Una combinación de sólo armonía y
ritmo es el medio adecuado en el arte de tocar la flauta y la lira y otras
artes que responden a la misma descripción, por ejemplo la siringa imitativa.
El ritmo solo, sin la armonía, es el recurso en las imitaciones del bailarín;
pues aun éste, mediante el ritmo de sus actitudes puede representar los
caracteres de los hombres, así corno también lo que ellos hacen y sufren. Hay,
además, un arte que imita sólo a través del lenguaje, sin armonía, en prosa o en
verso, ya en uno o en pluralidad de metros.”[8]
Capítulo II.
“Esta diferencia
es también la que distingue a la tragedia y la comedia; ésta pinta a los
hombres peores de lo que son, aquélla, mejores que los del presente.”
Capitulo V.
“Respecto a la
comedia es (como se ha observado) una imitación de los hombres peor de lo que
son; peor, en efecto, no en cuanto a algunas y cada tipo de faltas, sino sólo
referente a una clase particular, lo ridículo, que es una especie de lo feo. Lo
ridículo puede ser definido acaso como un error o deformidad que no produce
dolor ni daño a otros; la mascara, por ejemplo, que provoca risa, es algo feo y
distorsionado, que no causa dolor. ”[9]
Capítulo VI.
“Una tragedia, en
consecuencia, es la imitación de una acción elevada y también, por tener
magnitud, completa en sí misma; enriquecida en el lenguaje, con adornos
artísticos adecuados para las diversas partes de la obra, presentada en forma
dramática, no como narración, sino con incidentes que excitan piedad y temor,
mediante los cuales realizan la catarsis de tales emociones. Aquí, por
“lenguaje enriquecido con adornos artísticos" quiero decir con ritmo,
armonía y música sobre agregados, y por “adecuados a las diversas partes"
significo que algunos de ellos se producen, sólo por medio del verso, y otros a
su vez con ayuda de las canciones”.[10]
Capitulo VII.
“Hemos establecido
que una tragedia es una imitación de una acción que es completa en sí misma,
como un todo de cierta magnitud; pues un todo puede carecer de magnitud para hablar
de él. Ahora bien, un todo es aquello que posee principio, medio y fin. Un
principio es aquello que necesariamente no adviene después de algo más, si bien
algo más existe o acontece después de esto. El fin, por el contrario, es lo que
naturalmente se deduce de algo más, ya como una consecuencia necesaria o usual,
y no es seguido por nada más. Una trama bien construida, por consiguiente, no
puede ora empezar o terminar en el punto que se desee; el comienzo y el fin en
esto deben ser de las formas justamente descritas. Así, para ser bella una
criatura viviente y cada todo compuesto de partes debe no sólo presentar cierto
ordenamiento en el arreglo de sus partes, sino también poseer cierta definida
magnitud. La belleza es un problema de tamaño y orden, y por tanto imposible 1)
en una criatura insignificante, dado que nuestra percepción deviene indistinta
cuando ella se aproxima instantáneamente; o 2) en una criatura de gran tamaño
digamos, mil estadios de largo ya que en tal caso en lugar de ver el objeto al
instante, la unidad y la totalidad de éste se pierde para el observador. De la
misma manera, entonces, así como un todo bello hecho de partes, o una bella
criatura viviente debe ser de determinado tamaño, pero de un tamaño captable
por el ojo, de igual modo una trama o argumento tiene que poseer cierta
extensión, si bien capaz de ser aprehendida por la memoria. ”[11]
Capitulo XIII
“(…) Los próximos
puntos, después de lo que hemos dicho antes, son éstos: ¿A qué debe apuntar el
poeta y qué debe evitar al construir sus fábulas? ¿Y cuáles son las condiciones
de que depende el efecto trágico?
Comprendemos que
para la forma más bella de tragedia la fábula no debe ser simple sino compleja,
y que además debe imitar acciones que provoquen temor y piedad, puesto que ésta
es la función distintiva de esta clase de imitación. Se deduce, en
consecuencia, que existen tres formas de fábulas que deben evitarse: 1) Un
hombre excelente no debe aparecer pasando de la felicidad a la desdicha, o 2)
un hombre malo, de la desdicha a la felicidad. La primera situación no es
piadosa ni inspiradora de temor, sino simplemente nos es odiosa. La segunda es
la menos trágica que puede presentarse; no tiene ninguno de los requisitos de
la tragedia. No apela ni a los sentimientos humanos en nosotros ni a nuestra
piedad ni a nuestro temor. Por otra parte, tampoco debe 3) un hombre malo en
extremo deslizarse de la felicidad a la miseria. Tal historia puede suscitar el
sentimiento humano en nosotros, aunque no nos conducirá ni a la piedad ni al temor;
la piedad es ocasionada por una desgracia inmerecida, y el temor por algo
acaecido a hombres semejantes a nosotros mismos, de modo que no habría en la
situación nada piadoso ni inspirador de temor. ”[12]
Unidad II – Teoría de la
argumentación.
Introducción
¿Qué es argumentar?, ¿Qué
es un argumento?, ¿Cuándo es posible argumentar?, ¿Dónde se puede dar una
argumentación?, ¿Por qué es importante argumentar?...
En un
primer acercamiento básico y casi trivial podríamos responder a la pregunta
¿que es argumentar? estableciendo que la argumentación es la acción de dar
argumentos. Ahora bien ¿qué es un argumento? En un sentido amplio, un argumento
es una afirmación basada en motivos o razones. Por lo cual, dar un argumento es fundamentar,
justificar por qué sostenemos lo que sostenemos; dar motivos en defensa de
nuestras opiniones.
“Dar un argumento significa ofrecer
un conjunto de razones o de pruebas en apoyo de una conclusión. Un argumento no
es simplemente la afirmación de ciertas opiniones, ni significa exponer
nuestros prejuicios[13]
bajo una nueva forma, sino que los argumentos son intentos de apoyar ciertas
opiniones con razones. (...) Son una manera de tratar de informarse acerca de
qué opiniones son mejores que otras. Algunas conclusiones pueden apoyarse en
buenas razones, otras tienen un sustento mucho más débil. Pero a menudo
desconocemos cuál es cuál. Tenemos que dar argumentos en favor de diferentes
conclusiones y luego valorarlos para considerar cuan fuertes son realmente
(...)
Argumentar
es importante también por otra razón: permite que defendamos una conclusión
sustentados en pruebas. Un buen argumento no es una mera reiteración de las
conclusiones; en su lugar ofrece razones, de tal manera que otras personas
puedan formarse sus propias opiniones. (...)
|

Un
argumento es un razonamiento mediante el cual se intenta convencer a
alguna persona de la verdad o falsedad de una tesis. Una tesis es una proposición,
afirmativa o negativa, que alguien sostiene sobre algún tema, cuya veracidad no
es evidente, sino que requiere de demostración. Para demostrar la veracidad de
una tesis debe situársela en el lugar de la conclusión de un razonamiento,
recurriendo a otras proposiciones que oficien de premisas.
Pero
es necesario distinguir, entonces, entre un razonamiento
y un argumento, pues un argumento
es un razonamiento, pero en un contexto
determinado. Además la teoría de la argumentación se preocupa de más cuestiones
para determinar la corrección de un argumento que simplemente su validez
formal, que utilice un razonamiento correcto. Así que aunque el uso de un
razonamiento correcto sea necesario para la argumentación (por lo cual esta
teoría está en contacto con la
Lógica ) no es suficiente.
¿Cuándo
es posible argumentar? Lo primero que debe haber para que sea necesario ofrecer
un argumento es un desacuerdo, diferentes puntos de vista sobre cierto tópico.
Si todos estuviéramos de acuerdo, por ejemplo, en que la pena de muerte es
injusta no tendríamos que argumentar por qué creemos eso; tal vez tendremos que
hacerlo a la hora de decidir por qué es injusta: si unos piensan que es injusta
porque uno de los diez mandamientos dice “no matarás” y otros sostienen que es injusta
porque no tenemos derecho a decidir sobre la vida de los demás, es aquí donde
comienzan las diferencias, y es aquí donde debemos fundamentar lo que decimos.
Cuando
realizamos una afirmación cualquiera debemos tener siempre presente que ella
puede ser verdadera o falsa, por lo cual puede ser discutible y cualquier
persona puede manifestar su acuerdo o desacuerdo con la misma, su opinión
acerca de si ella es verdadera o falsa. Pero cuando no estamos de acuerdo con
algo, no basta decir “estoy en desacuerdo”, sino que debemos dar razones,
explicar el (o los) por qué(s) de nuestro desacuerdo con respecto a la tesis
sostenida por nuestro interlocutor. Esto es, justamente, argumentar:
proporcionar razones que explican por qué adherimos o no adherimos a cierta
afirmación, o aportar razones que lleven a los demás a adherir o a no adherir a
cierta afirmación.
Ahora
bien, ¿dónde se argumenta? Argumentar es una de las actividades más frecuentes
en una sociedad democrática: se argumenta en la política, por ejemplo, para
justificar nuestro apoyo o rechazo a una medida concreta; se argumenta en los
negocios, por ejemplo, para explicar por qué un precio nos parece demasiado
elevado; se argumenta en el ámbito de las relaciones entre empleados y
patrones, por ejemplo, cuando se discute un acuerdo salarial, o cuando se
inicia un conflicto. También se argumenta cuando se hace publicidad (o al menos
cuando se opta por cierta forma de hacer publicidad).
Sin
embargo, esta presencia casi universal de la argumentación (característica de
nuestra forma de vida) no se da en todos los tipos de sociedades ni tampoco
siempre en la nuestra. En una sociedad donde rija “la ley del más fuerte”, por
ejemplo, no hay necesidad de argumentar, todo se reduce a un único “argumento”
que consiste en decir “esto se hace así porque yo lo quiero y soy el más
fuerte”. Pero también dentro de una sociedad democrática hay ámbitos donde no
se argumenta: el ejército, por ejemplo, es una institución donde la obediencia
ciega es un valor deseable y no se argumenta (quizás sólo entre pares) sino que
se dan y se reciben órdenes, según la relación jerárquica.
No
obstante, el hecho de vivir en una sociedad democrática implica que
permanentemente vamos a vernos envueltos en alguna situación donde se nos haga
necesario argumentar; por lo cual el conocer el estudio, las formas y fallas de
los diversos tipos de argumentaciones nos ayuda a no caer en errores a la hora
de fundamentar nuestras opiniones y saber reconocerlos en discursos ajenos,
cuando se nos intenta convencer de algo mediante una justificación ilegítima.
El estudio de la corrección de los razonamientos
Por su
etimología, la palabra “lógica” deriva del vocablo griego logiké, que a su vez deriva de logos,
término que se traduce por ‘palabra’, ‘expresión’, ‘pensamiento’, ‘concepto’,
‘discurso’, ‘habla’, ‘verbo’, ‘razón’, ‘inteligencia’, etc. A esta multitud de
significaciones se han agregado otras, como por ejemplo ‘ley’, ‘principio’ y
‘norma’. El sentido primario de “logos” referiría a la capacidad humana de seleccionar y reunir palabras para obtener una ley
científica, un principio universal y necesario, un discurso que explica por qué
algo es como es y no de otro modo. Logike era lo relativo al logos. De ahí
que la palabra “lógica” haya sido usada entre los antiguos filósofos griegos
para designar a la ciencia que tiene por objeto de estudio “lo racional” o “lo
discursivo”.
Actualmente,
el término “lógica” designa a la ciencia que se aboca al estudio de la
estructura de los razonamientos, con el objetivo de distinguir los
razonamientos correctos (aquellos que
nos permiten llegar a conclusiones verdaderas) de los incorrectos (aquellos que no nos ofrecen la certeza de que las
conclusiones a que llegamos sean verdaderas).
Es común
encontrar a la lógica definida como la ‘ciencia de las leyes del pensamiento’.
Pero esta definición, aunque proporciona una clave para comprender la
naturaleza de la lógica, no es apropiada. En primer lugar, el pensamiento es
estudiado por los psicólogos, y la lógica no es una rama de la psicología, sino
una ciencia diferente e independiente. En segundo lugar, si ‘pensamiento’ se
refiere a cualquier proceso que tiene lugar en la mente de las personas, no
todos los pensamientos son objeto de estudio de los lógicos. El objeto de
estudio de la lógica son, específicamente, los razonamientos. Todo
razonamiento es un pensamiento, pero no todo pensamiento es razonamiento. Uno
puede recordar algo, imaginarlo o lamentarse de él, sin hacer razonamiento
alguno en torno a ello. La definición de la lógica como ‘ciencia de las leyes
del pensamiento’ la presenta, pues, como incluyendo demasiado.
A veces
se define a la lógica como la ciencia del razonamiento. Esta definición es más
cercana, pero también resulta inapropiada. El razonamiento, en tanto es un tipo
de pensamiento, forma parte de los temas que interesan al psicólogo, pero el
lógico está interesado exclusivamente en la corrección del proceso de
razonamiento.
Cabe
hacer una última distinción: la lógica se preocupa principalmente de la validez de los razonamientos y no de se
valor de verdad. La verdad de las
premisas y conclusiones de un razonamiento (cuando son proposiciones empíricas)
se corroboran como verdaderas mediante la contrastación observacional (en sus
distintas variaciones), es decir verificando empíricamente si son verdaderas.
Lo que la lógica determina, según la estructura de los razonamientos, es la validez es decir la corrección lógica
del razonamiento, que asegura que su conclusión se desprende necesariamente de las premisas, lo cual
me permite inferir que si las premisas son verdaderas, también lo será la
conclusión. Pero la relación verdad-validez es bastante compleja: pueden
haber razonamientos válidos con premisas falsas y conclusiones falsas,
razonamientos válidos con premisas falsas y conclusiones verdaderas,
razonamientos válidos con premisas verdaderas y conclusiones verdaderas,
razonamientos inválidos con premisas verdaderas y conclusiones falsas,
razonamientos inválidos con premisas verdaderas y conclusiones verdaderas, etc.
Lo único que no puede pasar es que un razonamiento válido con premisas
verdaderas tenga como conclusión una proposición falsa.
Estructura de los razonamientos
Un razonamiento es cualquier conjunto de proposiciones de
las cuales una se afirma como verdadera sobre la base de las otras. En el
ámbito de la lógica se reserva la palabra razonamiento
para designar al resultado del proceso mental mediante el cual se busca apoyar
la verdad de una proposición asociándola con otras cuya verdad ya es aceptada,
en tanto que se emplea el término argumento para denominar al
razonamiento del que se hace un uso público (oral o escrito) con el objetivo de
convencer a otros acerca de la veracidad de cierta tesis.
Las proposiciones
son oraciones informativas de carácter afirmativo.
Premisas y Conclusiones
En todo
razonamiento las proposiciones cumplen una de las siguientes funciones: ser la
base de la que se parte o el punto al que se arriba. La conclusión de un razonamiento es la
proposición que se afirma con base en las otras proposiciones del razonamiento,
y estas otras proposiciones, que son afirmadas como apoyo para aceptar la
conclusión, son las premisas de ese
razonamiento.
El tipo más
simple de razonamiento es el de una sola premisa y una conclusión. Un ejemplo
de este caso es el siguiente: “Los
profesores de enseñanza media exigen demasiado para obtener un título que
permita el acceso a la
Universidad. Por lo tanto, los profesores de enseñanza media
son un mal necesario”.
Aquí se enuncia
primero la premisa y luego la conclusión. Pero el orden en que son enunciadas
no es importante desde el punto de vista lógico. En el siguiente razonamiento,
la conclusión se enuncia en la primera oración y la premisa en la segunda: “Un profesor que pretende relacionarse de
igual a igual con sus alumnos es un ser contradictorio. Porque todo profesor
debe mandar para desarrollar su actividad”.
En ciertas
ocasiones, la premisa precede a la conclusión en un razonamiento en una sola
oración: “Todo profesor debe reforzar la
capacidad crítica de sus alumnos, por lo que la educación no se agota en la
transmisión de conocimientos”.
En otras
ocasiones, la conclusión precede a la premisa también en un razonamiento de una
sola oración: “Un profesor debe conocer
la realidad concreta de sus alumnos, porque un profesor debe respetar los
saberes con que sus alumnos llegan al liceo”.
Otros
razonamientos ofrecen varias premisas en apoyo a sus conclusiones. En el
siguiente ejemplo, la conclusión está al final de tres premisas: “Es tarea de un profesor desafiar a sus
alumnos a comprender lo que les comunica. Es un gesto de autoritarismo de parte
del profesor el preguntar a sus alumnos si ‘saben con quién están hablando’. Un
profesor debe promover la curiosidad de sus alumnos. Por lo tanto, todo
profesor se debe a sus alumnos”.
En este otro
caso, la conclusión antecede a sus tres premisas: “Para ser un buen profesor, no alcanza con transferir conocimientos. En
primer lugar, porque todo buen profesor debe perfeccionar su formación con
cierta frecuencia. En segundo lugar, porque un buen profesor no debe
menospreciar a ninguno de sus alumnos. En tercer lugar, porque un buen profesor
debe estar comprometido con la defensa de las condiciones en las que se
desarrolla su trabajo”.
Para contar las premisas
de un razonamiento, no podemos apelar simplemente al número de oraciones; puede
haber más de una premisa en la misma oración: “Todo profesor debe contribuir a la autonomía de sus alumnos, y la
autonomía implica rebelarse frente a las injusticias. Por lo tanto, todo
profesor debe contribuir a rebelarse frente a las injusticias”.
Debemos notar
que “premisa” y “conclusión” son términos relativos. En primer lugar, porque
ninguna proposición, considerada en forma aislada, es una premisa o una
conclusión. Una proposición es una premisa solamente cuando aparece como
supuesto de un razonamiento. Una proposición es una conclusión solamente cuando
pretende fundamentarse en otras proposiciones de un argumento.
En segundo
lugar, porque la misma proposición puede ser premisa en un razonamiento y
conclusión en otro. Consideremos este ejemplo: “La arrogancia descalifica al profesor frente a sus alumnos. El
desinterés de un profesor por su capacitación profesional es síntoma de
arrogancia. Por lo tanto, el desinterés por su capacitación profesional
descalifica al profesor frente a sus alumnos”. Aquí, la proposición “el desinterés por su capacitación
profesional descalifica al profesor frente a sus alumnos” es la conclusión,
y las dos proposiciones anteriores son sus premisas. Pero la conclusión de este
razonamiento es una premisa en el siguiente razonamiento: “La descalificación de un profesor frente a
sus alumnos imposibilita un trato respetuoso entre ellos. El desinterés por su
capacitación profesional descalifica al profesor frente a sus alumnos. Por lo
tanto, el desinterés de un profesor por su capacitación profesional
imposibilita el trato respetuoso de sus alumnos”.
Los
razonamientos precedentes o bien tienen sus premisas seguidas de su conclusión,
o a la inversa. Pero la conclusión de un razonamiento no necesita enunciarse
como su parte final o al principio del mismo, puede suceder que se halle en
medio de diferentes premisas que se ofrecen en su apoyo: “El autoritarismo implica creerse en posesión de la verdad absoluta;
por ello sancionar a un alumno es una práctica autoritaria, ya que para
sancionar es preciso creerse en posesión de la verdad absoluta”. Aquí, la conclusión de que “sancionar a un alumno es una práctica
autoritaria”, se afirma sobre la base de la proposición que la precede y de
la que la sigue.
Ya que un
razonamiento puede enunciarse poniendo su conclusión al principio, en medio o
al final de las premisas (e incluso puede no aparecer), su conclusión no puede
identificarse por la posición del mismo. Entonces ¿cómo puede uno decir cuál es
la conclusión y cuáles son las premisas dado un razonamiento? A veces, por la
presencia de palabras indicadoras.
La conclusión suele estar precedida por expresiones tales como:
lo cual prueba que
|
se
concluye que
|
por
esta razón
|
de
ahí que
|
lo cual muestra que
|
como resultado
|
podemos decir que
|
así
|
en consecuencia
|
por esta razón
|
lo que implica que
|
luego
|
consecuentemente
|
se deduce que
|
se sigue que
|
por lo tanto
|
Del mismo modo, la presencia
de ciertas palabras o frases señala frecuentemente, pero no siempre, que lo que
sigue es la premisa de un razonamiento:
puesto
que
|
porque
|
como muestra
|
como
es indicado por
|
se
puede inferir de
|
Dado que
|
pues
|
la razón es que
|
por las siguientes razones
|
se puede deducir de
|
a causa de
|
se sigue de
|
en vista de que
|
se puede derivar de
|
esto es porque
|
Consideremos
el siguiente razonamiento: “Puesto que
todo privilegio social es un robo, y en vista de que la propiedad privada es un
privilegio social, se deduce que la propiedad privada es un robo”. Hallamos
que el mismo está compuesto de dos premisas (‘Todo privilegio social es un
robo’, y ‘La propiedad privada es un privilegio social’) y una conclusión (‘La
propiedad privada es un robo’). A los efectos de su clarificación, y siguiendo
el criterio tradicional de utilizar una barra horizontal u oblicua para
simbolizar la expresión que precede a la conclusión, este razonamiento puede
representarse de las siguientes maneras:
Todo privilegio
social es un robo.
La propiedad
privada es un privilegio social.
La propiedad
privada es un robo.
Todo
privilegio social es un robo. La propiedad privada es un privilegio social. /
La propiedad privada es un robo.
El objetivo de la argumentación
¿Por qué argumentar?, persuadir y
convencer, pensar por si mismo
En
diversos ámbitos de nuestra sociedad predomina la tradición retórica y dialéctica iniciada por los sofistas: persuadir a otra persona para
que admita la veracidad de la tesis que yo defiendo, sin que me importe que esa
tesis sea o no verdadera y que sus efectos para los demás sean o no buenos. Lo
único que importa es el éxito, para lo cual basta con apoyarse en proposiciones
que el otro acepte. Consideremos algunos ejemplos:
-
Un
abogado puede sostener la tesis de la inocencia de una persona que realmente
cometió un delito, ya sea porque le pagaron por ello o porque está en juego su
prestigio profesional.
-
Un
político puede sostener la tesis de que si es electo presidente mejorará la
situación del país, cuando en realidad lo único que ve en su elección es la
posibilidad de obtener mucho dinero.
-
Un
estudiante puede sostener una tesis que no comparte para ser bien calificado
por su profesor.
Distingue Roberto Marafioti, en su libro “Los patrones de
la Argumentación ”,
entre los conceptos de persuadir y convencer, al explicar la importancia de
la argumentación:
“La
dimensión social del hombre se manifiesta de diferentes modos. Uno de los más
elocuentes parte de la comunicación. Existen mecanismos comunicativos que se
emplean cotidianamente de manera casi inconsciente y hay instituciones que
organizan y regulan las posibilidades de intercambio comunicativo entre los
sujetos. Cuando alguien se comunica con otro se ponen en funcionamiento
distintas modalidades de organización discursiva: se narra, se explica, se
describe, se argumenta. (...)
Las
formas de estructurar la argumentación que se dan en las diversas comunidades a
lo largo de su historia son un aspecto importante porque organizan las
relaciones generales de una sociedad. De ahí la importancia de reconocer las
formas de articulación, las manifestaciones y, sobre todo, las huellas que
durante más de veinticinco siglos se ha ido organizando y perduran en la
actualidad alrededor de este fenómeno.
Siempre
que se toma contacto con otra persona o con una institución se da una situación
en la que se argumenta de algún modo para provocar una conducta sobre el o los
otros, para hacer que ese otro crea o deje de creer tal o cual cosa. Es más, se
puede asegurar, por ejemplo, que tanto los sistemas educativos actuales como
los medios de difusión están organizados sobre la base de regular de manera
firme y sólida esta situación.
A
lo largo de la historia existieron diversas instituciones en las que se plasmó
esta intención de lograr la cohesión y la coerción sociales. Las religiones, la
escuela, el foro judicial, los poderes legislativos, los medios masivos,
corresponden a distintas etapas en las que siempre se manifestó la voluntad de
regular la imposición de puntos de vista sobre conglomerados cada vez más vastos
y complicados, y estos fenómenos que se pueden rastrear en el pasado
adquirieron en la actualidad una fuerza y una frecuencia incuestionables.
Tratar
la argumentación lleva a razonar temas de importancia y complejidad indudables.
Supone considerar la noción de público, de auditorio, de opinión pública. El
listado y los problemas se podrían amplias así, cuando se habla acerca de
libertad y manipulación, de verdad y falsedad, de democracia y dictadura, de
conflicto y consenso, de legitimidad e ilegitimidad, se suponen actividades que
incluyen el uso del discurso y la intención de operar sobre las conciencias y
las voluntades de los otros. (...)
Persuadir
y convencer. Desde los tiempos más remotos se mantuvo esta división
entre dos mecanismos que se desencadenan a partir del ejercicio del lenguaje.
En
el mundo de los griegos Peithó, la
persuasión, era una divinidad que “jamás sufrió rechazo”, según afirma Esquilo.
Estaba asociada a Afrodita, la diosa “de los pensamientos sutiles”, y disponía
de “sortilegios de palabras de miel”. En el Panteón griego Peithó corresponde
al poder de la palabra sobre los otros. Su templo es la Palabra. (...)
La
ambigüedad de estos conceptos y más concretamente el de persuasión (y
disuasión) ha pervivido (...) Sin embargo, bajo ciertas consideraciones se
puede formular una diferencia nítida entre persuadir y convencer. (...) La
gramática misma ofrece sus servicios para diferenciar ambos conceptos. Así, una
persuasión se padece (como algo
impuesto) mientras que una convicción se tiene
(como algo obtenido). El carácter pasivo del paciente de la persuasión
contrasta con el carácter activo del paciente de la convicción. (...)
Otra
realización de este contraste gramatical entre ‘persuadir’ y ‘convencer’ se
advierte en la naturalidad con que surge una afirmación del tipo “A fue
persuadido en un primer momento, pero luego cambió de opinión”, en contraste
con la secuencia menos usual “A se convenció primero, pero luego cambió de
opinión”. La opinión resulta difícilmente negociable, luego de que se ha
producido una convicción.
Puede
afirmarse también que la convicción implica un proceso activo, racional y
reflexivo, por parte del participante paciente, mientras que la persuasión
implica un proceso pasivo, irracional e irreflexivo, por parte del participante
paciente. La propuesta persuasiva apela a una gama de mecanismos psicológicos
sin mediación de la razón. Las persuasiones tienen que ver con las emociones.
La propuesta de convicción, en cambio, apela a la razón, hace un llamado a la
revisión crítica, explícita, tanto del argumento o lo argumentos a favor, como
de los argumentos en contra de la propuesta o tesis.”[15]
En diversos ámbitos de la sociedad como los mencionados
anteriormente (juzgados, política, publicidad) se intenta, en términos de
Marafioti, persuadir más que convencer. En filosofía,
en cambio, se sigue la tradición iniciada por Platón y Aristóteles: nuestra
intencionalidad al enfrentarnos a un problema ha de ser la de buscar la verdad
del caso, aunque tal verdad nos perjudique directamente. Michel Tozzi agrega a
las razones de por qué es importante argumentar presentadas por Marafioti y
Weston otra: pensar por sí mismo.
“¿Cuáles son
mis opiniones? ¿De dónde vienen?
Pensar por sí mismo, es
examinar el fundamento de sus ideas. Es tomar distancia crítica en relación a
las opiniones arraigadas en su personalidad. Puede ser entonces útil constituir
‘el estado de los lugares’ de sus pensamientos, para hacer de ello el material
de una reflexión, de un retorno sobre sí, a fin de saber verdaderamente ‘de que
habla y si lo que se dice es verdadero’.
Nosotros
tenemos opiniones sobre muchas cuestiones. Por ejemplo, desde el punto de vista
religioso, somos tanto creyentes como ateos; desde el punto de vista político,
nos inclinamos tanto a la derecha o la izquierda. A menos que nosotros
rechacemos esas alternativas como los agnósticos, etc. (...)
¿Sobre qué tenemos opiniones?
Tenemos también ciertamente
un punto de vista sobre:
–
la pena de muerte, el aborto, la eutanasia:
–
el matrimonio civil y religioso, el concubinato, el
divorcio
–
la igualdad de las mujeres, la educación de los
niños, la escuela pública y privada
–
la inmigración, el desempleo, la inseguridad;
–
lo que nosotros consideramos o no como arte, los
altibajos de la ciencia, de Europa, de la guerra, etc.
De
esas ideas, nosotros no tenemos forzosa y constantemente conciencia. Es cuando
se nos plante lo que pensamos sobre tal problema (la validez de la astrología,
la prohibición de fumar en lugares públicos, etc.) que debemos tomar posición,
de manera que a veces nos adherimos a la seguridad de alguien que ha
reflexionado sobre el tema (lo cual no siempre es garantía), o bien porque
debemos cumplir un acto que demanda una decisión (ej. poner una boleta en una
urna). Entre esas opiniones, hay un cierto número entre ellas que firmemente
‘no nos harían cambiar de parecer’, por ejemplo tal posición religiosa o
política, tenemos un sentimiento de un compromiso importante y preciso sobre
ese asunto, y al menos sobre ese punto la convicción de estar en la verdad.
Esas opiniones son a veces el fruto de la reflexión y de un largo recorrido
personal. Ellas están tan bien incrustadas en nosotros que las tenemos
verdaderamente maduras. Ellas no son sino, a menudo en esos casos, más que
prejuicios no fundados. Son sobre ellas por sobre todo que sería necesario
examinar, porque ellas coinciden con lo que nosotros somos y repudian toda
puesta en duda.
¿Qué relación hay entre lenguaje y
pensamiento?
Para hacer el punto sobre
esas ideas, es necesario un mínimo de método, es decir, de orden por el cual se
proceda rigurosamente. Es el lenguaje que permite expresar un pensamiento. Una
idea no formulada permanece como una nebulosa. Se sabe, entonces,
verdaderamente lo que se quiere decir cuando se lo ha dicho efectivamente,
porque las palabras son herramientas que ayudan a tallar el pensamiento.
¿De dónde provienen mis opiniones?
Mis opiniones no han nacido
en mi pensamiento por generación espontánea. Puedo tenerlas personalmente
aseguradas por la experiencia y la reflexión. Pero no siempre es este caso en
mi juventud, pues tengo poca experiencia y soy muy influenciable. Es el caso
también cada vez que yo adhiero a una idea sin examen, simplemente porque ella
está de moda, vehiculizada por los medios o compartida por mi entorno: la he
atrapado, por así decirlo, como un virus mental. (...) Estamos impregnados de
nuestra juventud (donde no tenemos espíritu crítico), de las ideas de nuestra
civilización occidental, de nuestra cultura judeo-cristiana, de nuestra época
del siglo XX, de las tradiciones de la nación francesa y de nuestra región, de
nuestro medio familiar, de nuestra clase social. (...) Estamos muy sujetos por
nuestros parientes, de nuestros profesores, de nuestros camaradas (...) y de
los periodistas. ¿Algo es verdadero solamente porque se nos ha dicho y lo
entendemos y lo repetimos así? ¿nos lo apropiamos de una autoridad y de una
tradición ajena? ¿O es necesario ser más exigentes sobre el fundamento racional
de una verdad?
Si
queremos analizar lúcidamente nuestras ideas, es necesario comprender como se
han formado, su origen, su genealogía. Más allá de las consideraciones
generales, un examen personalizado de los argumentos de nuestras creencias (una
búsqueda de argumentos que justifique nuestras creencias) se impone como
necesario para cada uno(...)
Nada
es de hecho tan simple. (...). Las ideas de un individuo no se explican
solamente por sus orígenes y notablemente por una historia y un contexto
social: cada uno tiene su itinerario particular, sobrepasando los esquemas
generales; cada historia personal está marcada desde el inicio de una libertad,
irreductible a cualquier factor simplista ignorando la complejidad.
Pero
precisamente, por lo que es de nuestras opiniones pre-reflexivas, los
determinismo psicosociales juegan un papel importante porque el pensamiento no
se ha desarrollado, no se ha decantado suficientemente de las influencias para
construir sus propios andamios y preparar su perfil único. Es por eso que es
necesario analizar de dónde vienen, para comprender lo que se es, si se quiere
llegar a ser.”[16]
Actividad 1
Elabora
un argumento utilizando los conocimientos entorno a los siguientes temas: 1) “La Poética ” de Aristóteles.
2) La posibilidad del conocimiento. 3) El valor de aprender a argumentar.
Diferencia claramente premisas de conclusión utilizando los indicadores.
Actividad 2.
¿Los siguientes
textos son argumentativos? Si es así identifica premisas de conclusión.
De
los bellos cuerpos a la idea de lo Bello
“En
efecto, quien hasta aquí haya sido instruido en las cosas del amor, tras haber
contemplado las cosas bellas en ordenada y correcta sucesión, descubrirá de
repente, llegando ya al término de su iniciación amorosa, algo maravillosamente
bello por naturaleza, a saber, aquello mismo, Sócrates, por lo que precisamente
se hicieron todos los esfuerzos anteriores, que, en primer lugar, existe
siempre y ni nace ni perece, ni crece ni decrece; en segundo lugar, no es bello
en un aspecto y feo en otro, ni unas veces bello y otras no, ni bello respecto
a una cosa y feo respecto a otra, ni aquí bello y allí feo, como si fuera para
unos bello y para otros feo. Ni tampoco se le aparecerá esta belleza bajo la
forma de un rostro ni de unas manos ni de cualquier otra cosa de las que participa
un cuerpo, ni como un razonamiento, ni como una ciencia, ni como existente en
otra cosa, por ejemplo, en un ser vivo, en la tierra, en el cielo o en algún
otro, sino la belleza en sí, que es siempre consigo misma específicamente
única, mientras que todas las otras cosas bellas participan de ella de una
manera tal que el nacimiento y muerte de estas no le causa ni aumento ni
disminución, ni le ocurre absolutamente nada. Por consiguiente, cuando alguien
asciende a partir de las cosas de este mundo mediante el recto amor de los
jóvenes y empieza a divisar aquella belleza, puede decirse que toca casi el
fin. Pues esta es justamente la manera correcta de acercarse a las cosas del
amor o de ser conducido por otro: empezando por las cosas bellas de aquí y sirviéndose
de ellas como de peldaños ir ascendiendo continuamente, en base a aquella
belleza, de uno solo a dos y de dos a todos los cuerpos bellos y de los cuerpos
bellos a las bellas normas de conducta, y de las normas de conducta a los
bellos conocimientos, y partiendo de estos terminar en aquel conocimiento que
es conocimiento no de otra cosa sino de aquella belleza absoluta, para que
conozca al fin lo que es la belleza en sí.”
(Platón.
El banquete (384 a . de C), 21 1«,
traducción M. Martínez. Hernández., Credos, Madrid, 1993)
Texto 2
“Si
consideramos todas las hipótesis que se han hecho o por la filosofía o por el
conocimiento vulgar para explicar la diferencia entre belleza y fealdad,
hallamos que todas pueden reducirse a esto, a saber: que la belleza es un orden
de construcción de partes que, o por una constitución originaria de nuestra
naturaleza o por hábito o capricho, es capaz de producir un placer o
satisfacción en el alma. Este es el carácter distintivo de la belleza, y
constituye su diferencia con la fealdad, cuya tendencia natural es producir
dolor. Placer y dolor, por consiguiente, no son sólo acompañantes necesarios de
la belleza y de la fealdad, sino que constituyen su verdadera esencia. Y de
hecho, si consideramos que una gran parte de la belleza que admiramos en los
animales o en otros objetos se deriva de la idea de la conveniencia o utilidad,
no debemos sentir escrúpulo alguno al asentir a esta opinión”
(David Hume: Tratado sobre la naturaleza humana)
Texto 3
“Kant,
en la Crítica
del juicio, asegura que el deleite producido por la belleza es el único
verdaderamente desinteresado y libre… el afán de belleza no parece responder a
ninguna necesidad concreta ni sensorial ni racional. Sabemos por qué los
hombres primitivos hicieron cuencos de arcilla cocida para satisfacer con mayor
comodidad su hambre y su sed. Podemos suponer que también los utilizaron para
alimentar a sus hijos o dar de beber a sus compañeros sedientos,… Pero ¿por qué
los adornaron con una cenefa de figuras geométricas o de motivos florales? Esa
decoración no sirve para nada, no cumple en apariencia ninguna función: ningún
chimpancé hubiese perdido el tiempo añadiendo tal superfluidad a un objeto cuya
utilidad, por lo demás, podría llegar a entender. Sin embargo, esos motivos
ornamentales revelan que los hombres no sólo buscan satisfacer sus necesidades
sino que también tienen interés en que las cosas sean hermosas o que les
parezcan hermosas a ellos. ¿Qué tipo de «interés»? … Kant dice que se trata de
un interés desinteresado.
Según
Kant, «es bello lo que complace universalmente sin concepto». Las dos
características son importantes.
A lo
que se refiere Kant cuando dice que lo bello complace «universalmente» no es a
que «de hecho» todos coincidamos en considerar «bellas» a las mismas cosas sino
a que sólo llamamos «bello» a lo que consideramos que tiene derecho y mérito
suficiente en sí mismo para ser considerado así por todo el mundo, mientras que
no exigimos tanto al proclamar otro tipo de gustos.
No
menos interesante es la afirmación kantiana de que lo bello «no tiene
concepto». Según el uso que Kant hace del término, el concepto es lo que nos
permite identificar inequívocamente algo y además brinda una regla práctica
para construirlo o juzgarlo. Pero aunque podemos identificar conceptualmente
que tal cosa es un amanecer y tal otra una catedral, carecemos de una regla o
modelo determinante que establezca necesariamente cuándo el uno y la otra
merecen el atributo de «hermosura».”
(Fernando
Savater: La preguntas de la vida.)
Texto 4¿Hace falta siempre un descodificador para entender una obra de arte?
Sí,
siempre. Es un error imaginar que es posible el acceso a una obra de arte, sea
cual sea, con las manos en los bolsillos, totalmente despreocupados,
ingenuamente. No entendemos a un chino que nos dirige la palabra si no
dominamos su lengua o si no poseemos ciertos rudimentos de la misma. Pero así
procede el arte, como un lenguaje, con su gramática, su sintaxis, sus
convenciones, sus estilos, sus clásicos. Quien ignore la lengua en la que está
escrita una obra de arte se priva para siempre de comprender su significado y,
por tanto, su alcance. Así, todo juicio estético se hace imposible, impensable,
si se ignoran las condiciones de existencia y aparición de una obra de arte.
El
desconocimiento del contexto de una obra conduce a la ignorancia de su sentido.
Cuanto más sabemos de su entorno, mejor comprendemos su interior; cuanto menos
sabemos de él, más nos condenamos a permanecer en la periferia. De algún modo,
conocer la época, la identidad del autor, sus intenciones, transforma al
observador en artista. No hay comprensión de una obra si falta la inteligencia
de quien la mira. La cultura es, pues, esencial para la aprehensión del mundo
del arte, sea cual sea el objeto concernido y considerado. Al proponer un
trabajo, el artista efectúa la mitad del camino. La otra es cuestión del
aficionado que se propone apreciar la obra.
(Michel Onfray: Antimanual de Filosofía)
Parte II.: Breve reseña histórica.
¿Cómo y dónde surge la
argumentación?
El
interés por los estudios sobre la argumentación (tanto sobre su corrección como
sobre su eficacia) nacen conjuntamente con el surgimiento de la democracia, con
las investigaciones realizadas por Sócrates y los Sofistas. El lugar de la palabra,
y por lo tanto el de su estudio, cobran un lugar de privilegio a la hora de
discutir en el Ágora los asuntos de la ciudad; ya no importa quién dice un
discurso, sino que lo importante es qué es lo que se dice y cómo se dice.
Explica
Rodolfo Mondolfo que “en el
siglo V a.C. Atenas asistió a su mayor florecimiento cultural; ésta se
convirtió en el centro de la civilización helénica. (...) El espíritu
democrático ateniense promueve la participación de todo el pueblo en el
progreso cultural. (...) A esta libertad -consecuencia de la evolución política
ateniense después de las guerras médicas- se vincula también la nueva
orientación que allí cobra la investigación filosófica. No puede entenderse el
tránsito del predominio de los problemas de la naturaleza, característico de la
filosofía anterior, a la posición central que conquistan ahora los problemas
humanos, si no se relaciona la evolución de los intereses intelectuales con la
situación político-social.
(...)
ante el aumento de los poderes de la asamblea popular se siente la necesidad de
preparar nuevas elites dándoles una cultura político-jurídica basada en el
conocimiento de los problemas intelectuales y morales y asistida por una
dialéctica capaz de imponerse y triunfar en las asambleas y en los tribunales.
La adquisición de semejante cultura exige maestros que no se cierren, como
antes lo hicieran los naturalistas, en la esfera de sus problemas y de sus
escuelas, sino que ofrezcan la enseñanza que el público reclama y está
dispuesto a pagarles. Y es así como aparecen los sofistas.”[17]
El nacimiento de la argumentación se
vincula con la dialéctica socrática y la retórica sofista. El estudio de la
retórica por parte de los sofistas, la búsqueda de elementos que permitieran
generar un discurso infalible, que logre convencer a quien lo escuchaba sin
importar si ese argumento fuese “real o aparente” siembran los inicios de la
teoría de la argumentación. Pos su parte, el examen de los argumentos aparentes
fue uno de los puntos de partida desde los que Sócrates inició su método
dialéctico, pero con miras muy distintas a la de los sofistas: mientras que el
objetivo de éstos era el de persuadir al
otro o refutar sus discursos, el objetivo del método socrático (continuado
por Platón) era el de discutir, teniendo en cuenta la cuestión en sí,
defendiendo o atacando una tesis con el
fin de establecer la verdad absoluta.
Platón atacó el “arte del buen discurso” acusando a los sofistas de convertir
ese “buen decir” en un mero arte para la persuasión y el engaño, con independencia
del contenido de los enunciados.
Sócrates y Platón atacaron
fuertemente el pensamiento sofista, pero fue Aristóteles (discípulo de Platón)
quien trascendió el mero ataque y emprendió un estudio para intentar hallar un
método válido de encontrar la verdad, un método que refutara de forma concreta
la práctica sofista. El interés de los sofistas por ganar las discusiones aún
admitiendo la verdad de tesis contradictorias, condujo a Aristóteles al estudio
de cuándo una argumentación es correcta y cuándo no lo es, todo lo cual culminó
con la creación de la lógica formal.
El objetivo de la argumentación.
¿Por qué argumentar? Convencer al
otro o buscar la verdad.
En
diversos ámbitos de nuestra sociedad predomina la tradición retórica iniciada por los sofistas:
persuadir a otra persona para que admita la veracidad de la tesis que yo
defiendo, sin que me importe que esa tesis sea o no verdadera[18] y que sus efectos para
los demás sean o no buenos. Lo único que importa es el éxito, para lo cual
basta con apoyarse en proposiciones que el otro acepte. Consideremos algunos
ejemplos:
-
Un
abogado puede sostener la tesis de la inocencia de una persona que realmente
cometió un delito, ya sea porque le pagaron por ello o porque está en juego su
prestigio profesional.
-
Un
político puede sostener la tesis de que si es electo presidente mejorará la
situación del país, cuando en realidad lo único que ve en su elección es la
posibilidad de obtener mucho dinero.
-
Un
estudiante puede sostener una tesis que no comparte para ser bien calificado
por su profesor.
En
filosofía, en cambio, se sigue la
tradición iniciada por Platón y Aristóteles: nuestra intencionalidad al
enfrentarnos a un problema ha de ser la de buscar la verdad del caso, aunque
tal verdad nos perjudique directamente. Veamos pues, algunas claves para poder
construir una correcta argumentación.
Textos argumentativos: Algunas reglas para una
correcta argumentación.
¿Qué cosas debemos evitar a la hora
de dar un argumento para que este sea correcto?.
Tanto en filosofía como en la
cotidianidad, si uno quiere convencer al otro y no persuadirlo, es decir, dar
una correcta argumentación (aunque eso implique a veces la falta de
efectividad), el convencimiento de una persona debe apoyarse en ciertas reglas
(además de que, en el aspecto formal, uno debe utilizar un razonamiento
válido). Algunas de ellas (y ejemplos donde no
se cumplen) son:
a)
Partir de premisas fiables: Si apoyamos nuestra tesis
en premisas que dan lugar a dudas razonables, será necesario crear argumentos
en su favor, y si no somos cuidadosos esta posibilidad puede repetirse
infinitamente. Para que ello no ocurra, es conveniente basar la información
manejada en fuentes confiables y accesibles.
b)
Seguir un orden natural: primero establecer las
premisas y luego la conclusión o primero ka conclusión y luego las premisas
evitando mezclar las mismas.
c)
Evitar un lenguaje emotivo: Un buen argumento no tiene
como principal objetivo poner de manifiesto y/o suscitar en el receptor
sentimientos o emociones. Del lenguaje primordialmente emotivo, propio de la
literatura, en particular de la poesía, no cabe predicar verdad o falsedad: de
allí su inadecuación con fines argumentativos. El siguiente discurso
ejemplifica la búsqueda o confirmación de la adhesión a través del recurso a la
sensibilidad:
d)
Evitar la ridiculización de
los argumentos oponentes y de las personas que los defienden: El objetivo de un argumento
es demostrar la veracidad de la tesis que se defiende; el descrédito de otros
argumentos y de las personas que los defienden no refuta otros argumentos ni
valida los nuestros.
e)
No usar palabras poco claras
o en más de un sentido:
Los argumentos pierden fuerza si empleamos conceptos de significado difuso o
cambiamos los términos para significar la misma idea. El lenguaje de un
argumento debe ser preciso, evitando los términos generales y ambiguos.
f)
Utilizar ejemplos representativos:
Es conveniente apoyar nuestra tesis en varios ejemplos, cuidando siempre que
los mismos refieran al universo acerca del cual enunciamos la tesis para no
caer en particularismos propios de un ejemplo no representativo.
Ficha –
Unidad Argumentación.
Falacia.
Las falacias son
argumentos incorrectos que tienen sin embargo cierta fuerza persuasiva. En
algunos casos su incorrección puede detectarse formalmente al analizar
lógicamente el razonamiento: a esas las llamamos falacias formales. Pero en
otros casos, la incorrección no aparece con tanta claridad en la forma del
razonamiento sino en el análisis de su contenido: hablamos entonces de falacias
no formales.
Juan Manuel
Comesaña define a las falacias de la siguiente manera “Una falacia es una
maniobra verbal destinada a conseguir que alguien acepte una afirmación o una
orden mediante motivos que no son buenas razones”.
Algunos tipos de falacias no formales.
Apelación
a la autoridad:
no se defienden con razones el argumento sino que se fundamenta apelando a la
autoridad de otro u otros que lo sostienen sin ser verdaderas autoridades en el
tema.
Ej. “Dios existe, Albert Einstein así lo creía”.
Apelación
a la fuerza:
no se defiende el argumento con razones sino apelando al despliegue de fuerza
con el cual el hablante se propone sostenerlo ante posibles ataques.
Ej.
Un dirigente de fútbol dijo recientemente al candidato de la lista opositora:
“Los números del club están todos pasados en limpio. Se los pueden explicar
mejor los muchachos de la barra brava.
Argumento
ad hominem “Contra el hombre”.
En
lugar de presentar razones encontra de la tesis del interlocutor se objeta la
fuente de dónde proviene ese argumento poniendo en tela de juicio los intereses
de la persona o las personas consideradas.
Ej:
Dijo el ministro de Obras y Servicios Públicos: “No tengo nada que ver con las
enuncias de corrupción que fueron publicadas en la revista Primer Plano.
Además, ese periodista no me puede acusar porque el trabaja para una revista
que sacó en la tapa a Maradona, que es drogadicto y maricón.”
Apelación
al pueblo.
Se
intenta defender una verdad despertando en el interlocutor cierta sensación de
confraternidad o persuadiéndolo de que se trata de la opinión de todos.
Ej:
“Todos sabemos-dijo la directora de la escuela- que l túnica es a vestimenta
más apropiado para un ámbito educativo. Así lo han entendido, porque desde que
ingresamos a la escuela todos usamos la túnica”.
Falacia
de causa falsa.
Se
pone como causa de un efecto un factor que no lo es tal o que sólo lo es en
forma parcial.
Ej:
Dice la publicidad de un servicio de medicina prepaga: “Nosotros sabemos cuidar
de los suyos. La salud de su familia depende de usted. Llámenos. Tenemos
presupuestos a medida.”
(La
unidad de Argumentación y Lògica continua en el siguiente tomo).
Bibliografía.
Bibliografía de Unidad II.
·Bersanelli,
V. Lógica. La Casa del Estudiante,
Montevideo, 1965
·Copi, I. y
Cohen, C. Introducción a la lógica. Ed. Limusa, México, 1997
·
Ferrater Mora,
J. Diccionario de Filosofía. Ed. Ariel, Barcelona, 2001
·Mondolfo, R. Sócrates
Ed. U.B.A., Bs.As., 1959
·Pallas, C. La
argumentación: selección de textos. Ficha CIP – CEIPA, Montevideo, 2004.
·Plantin, C. La
argumentación s./d.e.
·
Tozzi, M. Pensar por sí mismo. Ediciones de la Crónica social, 1999
·
Weston, A. Las claves de la argumentación Ed.
Ariel, España, 1998.
·
Guinovart, R. Cómo hacer cosas con razones. Ed.
Paideia, Montevideo, 2008.
[1] http://www.webdianoia.com/his_fil/origen.htm
[2] K. Jaspers, 1883 – 1969, psiquiatra y filósofo alemán.
Fragmento
tomado de La Filosofía ,
Fondo de Cultura Económica, pp. 15-23.
[3] República Vll; 514a_517c y
518b_d. (R. Verneaux, Textos de los grandes filósofos. Edad antigua, Herder,
Barcelona 1982, p. 26-30).
[4] La República , Libro VI, 509d - 511e (Metáfora de la línea).
(Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1969, edición de J. M. Pabón y M.
Fernández Galiano, vol. II, p.218-222).
[5] Diccionario de filosofía
en CD-ROM. Copyright © 1996-98. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos
los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y
Antoni Martínez Riu.
[6] Selección del articulo de
Munar; Rosselló; Maiche; Travieso; Nadal. Modelos
teóricos y neurociencia cognitiva de la percepción. Udelar.
[7] Aristóteles. Metafísica. Libro I. Capitulo 1.
[8] Aristóteles. Poética. Pág. 3
[9] Aristoteles. Poética. Pág. 9.
[10] Idem. Pág. 11.
[11] Aristóteles. Poética. Cap. VII.
Pág.12.
[12] Ídem. Cap. XIII. Pág. 19
[13] Un prejuicio, desde un punto de
vista filosófico, se considera una opinión adoptada sin ser analizada como un
prejuicio, cuando se la supone verdadera antes de haber sido juzgada, es decir,
evaluada críticamente. Cuando hubo precipitación en el pensamiento, sin que esa
opinión haya sido rodeada de garantías, de condiciones de validez en cuanto a
lo que esa opinión afirma.
[14] Weston,
Anthony, Las claves de la
argumentación.
[15] Marafioti, Roberto,
Los patrones de la Argumentación. La
argumentación en los clásicos y en el siglo XX
[16] Tozzi, Michel, Pensar por sí mismo
[18] Recuérdese que esta acción
de los sofistas surge de sus concepciones filosóficas, en particular, de su
creencia en que no exista una verdad
objetiva
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