Unidad IV - Freud - Las tópicas
Tal y como aclaran Jean Laplanche y Jean-Bertrand
Pontalis en su "Diccionario de Psicoanálisis" Tópica
hace referencia a una "Teoría o punto de vista que supone una
diferenciación del aparato psíquico en cierto número de sistemas dotados de
características o funciones diferentes y dispuestos en un determinado orden
entre sí, lo que permite considerarlos metafóricamente como lugares psíquicos
de los que es posible dar una representación espacial figurada. Corrientemente
se habla de dos tópicas freudianas, la primera en que se establece una
distinción fundamental entre inconsciente, preconsciente y consciente, y la
segunda que distingue tres instancias: el ello, el yo, el superyó".
Primera tópica: consciente,
preconsciente e inconsciente
La conciencia es la cualidad momentánea que
caracteriza las percepciones externas e internas dentro del conjunto de los
fenómenos psíquicos. El término inconsciente se utiliza para connotar el
conjunto de los contenidos no presentes en el campo actual de la conciencia.
Está constituido por contenidos reprimidos que buscan regresar a la conciencia
o bien que nunca fueron conscientes y su cualidad es incompatible con la
conciencia. El 'preconsciente' designa una cualidad de la psique que
califica los contenidos que no están presentes en el campo de la conciencia
pero pueden devenir en conscientes. Los estados reprimidos son aquellos que no
se les puede acceder sin una hipnosis, generalmente son revelaciones a través
de imágenes retenidas durante el tiempo de vida de cada individuo.
Segunda
tópica: el Ello, el Yo y el Superyó
El Ello es la
instancia más antigua y original de la personalidad y la base de las otras dos.
Comprende todo lo que se hereda o está presente al nacer, se presenta de forma
pura en nuestro inconsciente. Representa nuestros impulsos o pulsiones
más primitivos. Constituye, según Freud, el motor del pensamiento y el comportamiento
humano. Opera de acuerdo con el principio del placer y desconoce las
demandas de la realidad.
El Superyó es la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos recibidos de la cultura. Consta de dos subsistemas: la "conciencia moral" y el ideal del yo. La "conciencia moral" se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. El ideal del yo es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas.
El Yo es una parte del ello modificada por su proximidad con la realidad y surge a fin de cumplir de manera realista los deseos y demandas del ello de acuerdo con el mundo exterior, a la vez que trata de conciliarse con las exigencias del superyó. El yo evoluciona a partir del ello y actúa como un intermediario entre éste y el mundo externo. El yo sigue al principio de realidad, satisfaciendo los impulsos del ello de una manera apropiada en el mundo externo. Utiliza el pensamiento realista característico de los procesos secundarios. Como ejecutor de la personalidad, el yo tiene que medir entre las tres fuerzas que le exigen: las del mundo de la realidad, las del ello y las del superyó, el yo tiene que conservar su propia autonomía por el mantenimiento de su organización integrada.
Los papeles específicos desempeñados de las entidades ello, yo y superyó no siempre son claros, se mezclan en demasiados niveles. La personalidad consta según este modelo de muchas fuerzas diversas en conflicto inevitable.
El Superyó es la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos recibidos de la cultura. Consta de dos subsistemas: la "conciencia moral" y el ideal del yo. La "conciencia moral" se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. El ideal del yo es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas.
El Yo es una parte del ello modificada por su proximidad con la realidad y surge a fin de cumplir de manera realista los deseos y demandas del ello de acuerdo con el mundo exterior, a la vez que trata de conciliarse con las exigencias del superyó. El yo evoluciona a partir del ello y actúa como un intermediario entre éste y el mundo externo. El yo sigue al principio de realidad, satisfaciendo los impulsos del ello de una manera apropiada en el mundo externo. Utiliza el pensamiento realista característico de los procesos secundarios. Como ejecutor de la personalidad, el yo tiene que medir entre las tres fuerzas que le exigen: las del mundo de la realidad, las del ello y las del superyó, el yo tiene que conservar su propia autonomía por el mantenimiento de su organización integrada.
Los papeles específicos desempeñados de las entidades ello, yo y superyó no siempre son claros, se mezclan en demasiados niveles. La personalidad consta según este modelo de muchas fuerzas diversas en conflicto inevitable.
Mecanismos de defensa.
Freud define la represión
como un mecanismo de
defensa cuya esencia consiste en rechazar y mantener alejados de la
consciencia determinados elementos que son dolorosos o inaceptables para el yo.
Estos pensamientos o ideas tienen para Freud un contenido sexual. La represión
se origina en el conflicto psíquico que se produce por el enfrentamiento de
exigencias internas contrarias entre un deseo que reclama imperativamente su
satisfacción y las prohibiciones morales. El yo se defiende del dolor que causa
la incompatibilidad reprimiendo el deseo.
En los sueños opera la condensación. Varios elementos presentes en el sueño latente se conjugan, se unen en un mismo elemento; pueden ser fragmentos de imágenes, frases o trozos de ideas. Estos fragmentos de vivencias siempre estarán unidos de alguna forma por elementos comunes, que los relacionan y aparecen durante el análisis por medio de la asociación libre. Un ejemplo de condensación se da cuando soñamos con una persona que reúne rasgos de diferentes personas, a veces se presenta como una persona determinada y de pronto se convierte o desempeña el papel de alguna otra más.
El desplazamiento, que también se presenta en los sueños, consiste en que la intensidad, la importancia y la cantidad de afecto de algunas ideas se desplaza hacia otras de manera que puede mostrar como importante algún elemento que en realidad es superfluo y, por el contrario, mostrar como imprecisos y sin importancia elementos importantes que por lo general corresponden a recuerdos de la infancia. El desplazamiento es el proceso que más influye en ocultar el sentido latente del sueño. Cuanto más confuso y oscuro es un sueño, más ha sido influido por el desplazamiento.
En los sueños opera la condensación. Varios elementos presentes en el sueño latente se conjugan, se unen en un mismo elemento; pueden ser fragmentos de imágenes, frases o trozos de ideas. Estos fragmentos de vivencias siempre estarán unidos de alguna forma por elementos comunes, que los relacionan y aparecen durante el análisis por medio de la asociación libre. Un ejemplo de condensación se da cuando soñamos con una persona que reúne rasgos de diferentes personas, a veces se presenta como una persona determinada y de pronto se convierte o desempeña el papel de alguna otra más.
El desplazamiento, que también se presenta en los sueños, consiste en que la intensidad, la importancia y la cantidad de afecto de algunas ideas se desplaza hacia otras de manera que puede mostrar como importante algún elemento que en realidad es superfluo y, por el contrario, mostrar como imprecisos y sin importancia elementos importantes que por lo general corresponden a recuerdos de la infancia. El desplazamiento es el proceso que más influye en ocultar el sentido latente del sueño. Cuanto más confuso y oscuro es un sueño, más ha sido influido por el desplazamiento.
El psicoanálisis emplea el
término pulsión (impulso que tiende a la
consecución de un fin) para el estudio del comportamiento humano. Se denomina pulsión a las fuerzas derivadas de las
tensiones somáticas en el ser humano, y las necesidades del ello; en
este sentido las pulsiones se ubican entre el nivel somático y el nivel
psíquico.
La pulsión es un impulso que se inicia con una excitación corporal (estado de tensión), y cuya finalidad última es precisamente la supresión de dicha tensión.
Hay dos tipos de pulsiones, la pulsión sexual o de vida (Eros) y la pulsión de muerte (Thánatos). Para el psicoanálisis el impulso sexual tiene unas acotaciones muy superiores a lo que habitualmente se considera como sexualidad. La libido es la energía pulsional, y puede presentar diferentes alternativas según esté dirigida a los objetos (libido objetal), o bien se dirija al propio Yo (libido narcisista).
La pulsión es un impulso que se inicia con una excitación corporal (estado de tensión), y cuya finalidad última es precisamente la supresión de dicha tensión.
Hay dos tipos de pulsiones, la pulsión sexual o de vida (Eros) y la pulsión de muerte (Thánatos). Para el psicoanálisis el impulso sexual tiene unas acotaciones muy superiores a lo que habitualmente se considera como sexualidad. La libido es la energía pulsional, y puede presentar diferentes alternativas según esté dirigida a los objetos (libido objetal), o bien se dirija al propio Yo (libido narcisista).
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